Diario Libre (Republica Dominicana)

Un tema tabú, durante mucho tiempo, este proceso es una etapa sobre la cual las mujeres deben están bien informadas

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ESPAÑA. Al hablar de menopausia, lo primero que se nos viene a la cabeza es el declive sexual. Pero este proceso por el que pasan todas las mujeres no debería interpreta­rse así, sino como una nueva etapa por descubrir, un tiempo de transición y de autocuidad­o. Eso no implica que no sea interesant­e contar con tratamient­os para mantener la función sexual, como veremos a continuaci­ón.

Una pausa en el camino

La menopausia, el cese del sangrado de menstruaci­ón durante un período continuo de al menos doce meses, se origina por la reducción de hormonas ováricas, en particular de estrógeno y progestero­na. En ocasiones, también la puede desencaden­ar precozment­e algún procedimie­nto médico, como la extirpació­n quirúrgica de los ovarios o la radioterap­ia dirigida a la región pélvica.

El cambio hormonal provoca modificaci­ones no solo en la anatomía genital, sino también a nivel mental y emocional. En los genitales, es evidente la pérdida de elasticida­d y la sequedad vaginal debido a la reducción del flujo sanguíneo. Las mujeres pueden observarse estos cambios con ayuda de un espejo.

También hay modificaci­ones no detectable­s a simple vista. La microbiota de la vagina, formada por microorgan­ismos que protegen de infeccione­s, disminuye y altera el ph vaginal, que es la principal causa de candidiasi­s (infección por hongos) repetitiva.

El deseo o libido también se ve afectado, probableme­nte por las dificultad­es en la penetració­n. Síntomas como la sequedad, la irritación o el ardor forman un círculo vicioso de dolor.

Al conjunto de estos cambios y molestias genitales, junto con las alteracion­es miccionale­s, se les denomina “síndrome genitourin­ario de la menopausia”, y deterioran considerab­lemente la calidad de vida de las mujeres afectadas.

Entonces, ¿la vida sexual tiene fecha de caducidad?

¡Claro que no! El mayor problema es la ausencia de tratamient­os, que requieren conocer los síntomas y las repercusio­nes en la calidad de vida de las afectadas. Hasta el presente año, los profesiona­les no disponían de un cuestionar­io de evaluación de los síntomas vaginales que provocan alteracion­es sexuales.

Con el fin de paliar este problema, profesoras de la Facultad de Fisioterap­ia y Enfermería de la UCLM hemos diseñado un instrument­o de evaluación para medir las alteracion­es en la penetració­n vaginal. El objetivo es que los sanitarios puedan valorar y hacer tratamient­os específico­s para cada mujer en particular.

Respuesta:

Una vez detectado el problema ¿quê hacemos?

Comencemos por algunos hábitos sencillos que pueden ayudar a dar la vuelta a los síntomas:

■ Cuidar la higiene întima. Es vital. La zona perineal se debe lavar solo con agua o utilizando algún jabón íntimo con ph ácido. Este tipo de productos contienen el mismo ph que debería tener la vulva, factor que evita el aumento de la sequedad y el prurito o la picazón. En cualquier caso, hay que descartar el jabón de higiene corporal.

■ Vestir con comodidad. La ropa interior de algodón permite que no se acumule la humedad en la vulva y favorece la estabilida­d de la microbiota.

■ Lubricante vaginal. Su principal función es disminuir la fricción producida por la sequedad vaginal, lo que puede aliviar el dolor y la irritación. El ph del lubricante siempre debe estar entre 3,8 y 4,5, y la osmolarida­d (concentrac­ión de partículas disueltas en la solución), por debajo de los 370 mosm/kg.

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SHUTTERSTO­CK ↑ Las recomendac­iones médicas ayudan a mejorar la salud sexual de la mujer que entra en la menopausia.

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