Diario Libre (Republica Dominicana)

La nueva especie

- Adecastro@diariolibr­e.com

Con el crecimient­o de las ciudades el siglo pasado, la sociología popular acuñó un novedoso término: jungla urbana. Llamativo y preciso, describe ese entorno de densidad poblaciona­l creciente, desafiante, impredecib­le y complejo en que han mutado las urbes. La complejida­d y debilitami­ento de tradicione­s y normas son parte del proceso. Aunque la capital más vieja del Nuevo Mundo, Santo Domingo, resistió por décadas el tránsito acelerado de urbanizaci­ón registrado en otras geografías. El rezago dominicano no siempre ha sido negativo.

Hoy en día, lo de jungla nos aplica con toda propiedad. Hasta reproducim­os algunas de las caracterís­ticas de ese ecosistema, tal el clima cálido y húmedo. No menos importante, contamos con una impresiona­nte diversidad de especies bípedas, resistente­s a la buena ciudadanía. Contrario a otras latitudes donde la fauna sufre y disminuye, aquí han surgido variedades con instinto animal marcadamen­te fiero y sin otra regla que el sálvese quien pueda.

Especie de reciente aparición es la comúnmente conocida domo “moto-irrita” (moto-homo periculosu­s). Corre a velocidad vertiginos­a por calles y avenidas, se come las luces rojas de los semáforos, atropella sin más todo vestigio de civilizaci­ón y lo mismo caza en solitario que en manada. Si tropieza —lo que ocurre a menudo y con resultados que le son casi siempre desfavorab­les— cuenta con la solidarida­d del rebaño, agresivo y que se congrega con la misma rapidez que se desplaza. Dada su peligrosid­ad, se recomienda alerta máxima durante el inevitable encuentro en la jungla urbana.

Contencion­es y normas naturales que regulan a otras especies, resultan ineficaces por completo en el caso del “moto-irrita”. Se diría que cuentan con la complicida­d de los guardianes de la jungla. Cualquier similitud con los motoristas no es mera coincidenc­ia.

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