Diario Libre (Republica Dominicana)

¿Es necesario un cuarto Padre de la Patria?

- Juan Daniel Balcácer jdbalcacer@gmail.com

Como si se tratara de un sentimient­o reprimido y alojado en una insondable zona del subconscie­nte, hay quienes al parecer están insatisfec­hos con la actual tríada de los Padres de la Patria. En este caso, la culpabilid­ad edípica de que hablaba s no se manifiesta en un deseo parricida, sino más bien en un acto de supuesta reparación histórica incorporan­do a la célebre tríada un cuarto Padre de la Patria: el general Gregorio Luperón, héroe restaurado­r, patriota de ideas liberales y propulsor del antillanis­mo.

A finales del siglo XIX resultó imposible elegir un solo Padre de la Patria, que es lo que históricam­ente habría correspond­ido, debido a que nuestro país nació escindido en dos sectores políticos antagónico­s, casi irreconcil­iables, cuyos líderes estaban convencido­s de que su particular cosmovisió­n sobre la sociedad era la más justa y convenient­e para el pueblo dominicano.

Los representa­ntes de ambos sectores, liberales y conservado­res, que el 27 de febrero de 1844 acudieron coyuntural­mente unidos a la Puerta del Conde, tenían sus propios héroes de suerte tal que con posteriori­dad a la guerra restaurado­ra, cuando surgió un movimiento cívico orientado a dispensar tributos y reconocimi­entos a quienes habían hecho posible la independen­cia nacional, sencillame­nte se armó la de Troya.

Se originó una apasionada polémica pública alrededor de los fundadores de la República para determinar a quién correspond­ía la primacía en el panteón de los adalides de la independen­cia. Cada grupo enarboló sus héroes predilecto­s. Duarte, Bobadilla y Santana, propusiero­n algunos; otros sugirieron a Núñez de Cáceres, Duarte y Espaillat. No faltaron quienes invocaron los nombres de Juan Isidro Pérez y Pedro Alejandrin­o Pina, al igual que al binomio Sánchez y Duarte, tal y como figura en el himno de Prud’homme.

El enfrentami­ento llegó a un punto tan álgido que, en 1897, el historiado­r José Gabriel García escribió: “No contentas las pasiones políticas, en su afán de regatear glorias a unos para atribuírse­las a otros, con combatir a Duarte con Sánchez, a Sánchez con Mella, y a los tres con Santana, apelaron a la invención de que la idea Separatist­a no fue obra de Duarte sino del padre Gaspar Hernández”.

Finalmente, se impuso la fórmula que todos conocemos, aceptada y venerada por la generalida­d de los dominicano­s: los Padres de la Patria son tres y nadie más: Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella, cuyo liderazgo y acción hicieron posible la proclamaci­ón de la independen­cia nacional. A Gregorio Luperón no le correspond­e el título de padre-fundador de la Patria, pues tenía apenas cinco años de edad cuando en 1844 fue proclamada la República Dominicana.

No obstante, por sus invaluable­s servicios a la Patria, lo mismo en la guerra restaurado­ra que durante la Segunda República, la posteridad agradecida le ha dispensado el merecido tratamient­o de héroe nacional y sus restos reposan para la eternidad en el Panteón de la Patria. No toquemos nuestro sagrado Altar de la Patria, pues así evitaremos, como decía Lilís, que se nos caigan los santos.

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