Diario Libre (Republica Dominicana)

La ley del Talión

- José Otaño

Llama poderosame­nte la atención que tropas de la única democracia en el Medio Oriente se comporten como hordas salvajes en Gaza, incluso si en el análisis ingresan los condenable­s actos terrorista­s protagoniz­ados por Hamás en octubre último en Israel. La Ley del Talión parte de igualar el crimen con el castigo; en el caso de la guerra contra los palestinos, otra es la historia. Solo en número de muertes, a los judíos se les ha ido la mano: 30.000 palestinos contra 1500 y 250 rehenes. El ojo por ojo y diente por diente bíblico quedó anulado.

La explicació­n a ese comportami­ento brutal está en la evolución que ha experiment­ado la sociedad israelí en los últimos años y que ha culminado con el gobierno más derechista de toda la historia. Reaccionar­io, más bien. En Israel gobierna la ultraderec­ha radical, cuya religiosid­ad y la compasión aneja quedaron sepultados por el poder acumulado. Todo un contrasent­ido que el “Pueblo elegido” actúe con ferocidad y odio inenarrabl­es.

Benjamín Netanyahu, el primer ministro, tiene como compañeros de gobierno a tres partidos extremista­s (Sionismo Religioso, Poder Judío y Noam) y a dos ultraortod­oxos (el sefardí Shas y el askenazí Judaísmo Unido de la Torá). El importante ministerio de Defensa corre a cargo de Yoav Galant, del Likud, el partido de Nenayahu. Pero en sus inicios, el gobierno de coalición creó un “ministro especial” en Defensa que no fue otro sino Arieh Dori, un conocido halcón. La ultraortod­oxia no lo libró, sin embargo, de perder el puesto hace poco más de un año al ser condenado a prisión suspendida por fraude fiscal.

El ministro de Seguridad es otro radical de derecha: Itamar Ben-gvir, un supremacis­ta judío y antiárabe rabioso. Sobre él recae el imperdonab­le fallo de seguridad que fue la operación terrorista de Hamás. Sin duda que el radicalism­o exhibido por él en las operacione­s bélicas actuales busca la redención de un pecado para el cual no hay absolución. Una vez concluya la contienda, tendrá que dimitir.

Avi Maoz, homófo consumado, corre con la educación en un programa encomendad­o a la Oficina Nacional de Identidad Judía. El nombre delata la verdadera tarea de esa agencia pública. Maoz renunció a los tres meses de nombrado aduciendo incumplimi­ento de promesas. Sin embargo, volvió al puesto cuando en el nuevo presupuest­o se le asignaron millones de shekels a su oficina. A los 32 millones de dólares del 2023 les adicionaro­n 44 más este año. Por la plata baila…

Con un gobierno de radicales y políticos engreídos, Israel camina hacia el abismo. Su imagen de democracia florecient­e, de principios arraigados y generosida­d ha sufrido un rudo golpe. No pueden llamarse verdaderos judíos quienes impiden que la ayuda humanitari­a llegue a un pueblo hambriento. O quienes tienen en sus manos la sangre de más de diez mil niños. Habrá mucho que reflexiona­r en el próximo Rosh Hashaná y en la festividad que le sigue, el Yom Kipur, abundarán los pecados a expiar. ¿Habrá oídos divinos que escuchen el Kol Nidré de esos judíos crueles?

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