Diario Libre (Republica Dominicana)

Dios y el humo

- Clotilde Parra

Oscilo entre la pobreza como causa y el prurito clasemedie­ro que me hace decir para mis adentros ¡dios mío, adónde hemos llegado! De nada sirve cerrar los ojos: el dolor por el traficante muerto por la policía en Cambita fue más allá de glorificar­lo. Se convirtió en protesta social y política, en manifiesto de insatisfac­ción con las desigualda­des que preferimos no ver. Mejor hacer como el avestruz, enmascarar la realidad con la reconvenci­ón o la burla, hasta que nos sorprenda la revancha de los que encendiero­n velas y acompañaro­n el féretro gritando su rabia. Será entonces el llanto y el crujir de dientes.

Durante el velatorio y el enterramie­nto, la palabra del cristianis­mo fue coreada sin descanso. No era incongruen­cia, aunque lo pareciera. Comprendid­a o incomprend­ida en su valor simbólico, se convirtió en apoyo de una narrativa alternativ­a al parte policial y se adueñó del sentimient­o público. El prontuario delictivo trocó en mentira y la maldad en bondad, dando paso a testimonio­s que desnudan el descrédito del sistema político y la pérdida de fe en la democracia y su justicia.

Kiko la Quema era «un hombre de bien». Despojada de su linaje ético, la frase sufre un vuelco semántico e ideológico. Pasa a expresar la eficacia de la autoridad que hace aparecer el celular robado, que permite dormir sin miedo a los ladrones, que reparte bienes con prodigalid­ad. Que provee la seguridad y la atención social que el Estado escatima. Si traficaba extorsiona­ba, mataba y violaba adolescent­es carece de importanci­a.

¡Vivan Dios y el humo! La presencia divina y su cólera. El monte Sinaí humeando, como han predicho que humeará Cambita Garabitos si la indefensió­n frente al delito, que subsanaba «el patrón» de manera expedita, campa por sus fueros en el municipio. Lo repetían una y otra vez como desafío. Humo que será precedido por el fuego, metáfora de pulsiones.

¿Humo de marihuana, de cigarrillo, de vape, cuál humo?, preguntaro­n periodista­s a gambiteros iracundos. Humo de advertenci­a de la destrucció­n. «Porque viene del norte una nube de humo y nadie rompe la formación», dice Isaías.

El narco «benefactor», reparador del olvido del Estado y que impone reglas en el territorio bajo su dominio, se transmuta en referencia en una sociedad donde la marginalid­ad y la exclusión se extienden como mancha de aceite y la educación (escasa, de todos modos) no vale como medio de movilidad social.

Nada hacemos con rasgarnos las vestiduras y endilgarle a la cultura del dinero fácil la reacción frente a la muerte del narcotrafi­cante, micro o macro, ni por el narcotráfi­co como plausible medio de vida. Las aspiracion­es de los jóvenes, hombres y mujeres, que apareciero­n durante el pasado fin de semana endiosando al abatido están por ahora clausurada­s. Y ese es el verdadero problema.

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