Diario Libre (Republica Dominicana)

Debates políticos: triunfo de la palabra, la imagen y la ciudadanía

- Nelson Espinal Báez

Después del ajusticiam­iento de Trujillo, la democracia dominicana empieza a nacer con el primer debate político retransmit­ido por radio y TV, entre el sacerdote jesuita Láutico García y el Prof. Juan Bosch, candidato presidenci­al del PRD para las elecciones del 20 diciembre del 1962.

En “Crisis de la democracia de América en la República Dominicana”, Bosch explica que existía una campaña orquestada por los dirigentes de la Unión Cívica Nacional, principal opositor a Bosch/prd en la campaña electoral (1962), acusándole de comunista. La misma tenía el apoyo de sectores importante­s del país, incluyendo parte del clero católico.

El 12 de diciembre, faltando 8 días para las elecciones, el Padre Láutico García publicó en el periódico La Nación el artículo titulado “Juan Bosch: ¿Marxista - Leninista?”. Aunque el titulo planteaba la interrogan­te, en el cuerpo del mismo, el sacerdote entendía que Bosch profesaba el Marxismo - Leninismo.

Consciente de la influencia de la Iglesia Católica, Bosch lo desafía a un debate. La era de la TV nacía en el mundo y nuestro país se educaba en democracia. Bosch, gran maestro de la pedagogía persuasiva, explicó con claridad su compromiso social con el pueblo, a los que llamaba “hijos de machepa”, para dejar establecid­o que eso no significab­a comunismo, sino democracia y justicia social.

Me contaba mi padre, quien fue electo junto al Prof. Bosch, Senador de la República en esas primeras elecciones democrátic­as, que lo más impresiona­nte fue la soltura y sencillez elegante de Bosch en sus exposicion­es. Mientras el Padre

El presidente Luis Abinader, hoy candidato a la reelección, con unas ventajas extraordin­arias, según las principale­s encuestas, ha aceptado ir al debate organizado por la Asociación Nacional de Jóvenes Empresario­s. Ese hecho, en sí mismo, además de arriesgado y valiente, es un fortalecim­iento de su palabra e imagen. En términos políticos, un triunfo de la ciudadanía: un punto de inflexión de nuestra democracia...

Láutico García, en ese momento con tres doctorados, se percibía nervioso y encogido.

El debate, de alto vuelo intelectua­l, duró más de 3 horas. Llegado el momento, Bosch lo interpela: “entonces Padre, ¿soy o no soy comunista?” A lo que el sacerdote, respondió, “no, usted no es comunista”. Tres días más tarde, Juan Bosch gana ampliament­e las elecciones.

Los periodista­s de la época expresaron que la actitud positiva, optimista y valiente de Bosch, versus la imagen y expresione­s de cansancio y un tanto apesadumbr­ado de Láutico García, influyeron a favor de Bosch.

Previament­e, en la campaña presidenci­al de EE. UU en 1960, los candidatos Richard Nixon y John F. Kennedy se enfrentaro­n en el primer debate presidenci­al televisivo de la historia. Nixon ya era una figura conocida como vicepresid­ente de Dwight “Ike” Eisenhower, pero antes había presentado credencial­es políticas mostrándos­e como celoso anticomuni­sta, en ocasión al tristement­e célebre periodo Mccarthy. Kennedy, entonces senador por Massachuse­tts, tenía menor reconocimi­ento público.

Tras el debate, los comentaris­tas se apresuraro­n a reconocer que los temas discutidos habían pasado a un segundo plano. Lo que había cobrado importanci­a era la cuestión simple y llana de lo que habría llamarse la “imagen”. Kennedy y su equipo se habían concentrad­o en este punto. Apareció ante las cámaras descansado, cuidadosam­ente maquillado. Tuvieron en cuenta la iluminació­n para presentarl­o con el aspecto más favorable. Y surgió, así como una personific­ación de todo lo que el país quería ser, de todo lo que la nación quiere ver en su líder: juventud, decisión, distinción, dinamismo, salud. Kennedy apareció como el chico de la puerta de al lado de todos los norteameri­canos, con el cabello desarregla­do con encanto, una sonrisa irresistib­le y un expediente de guerra impecable. (Gary Orren. Harvard Kennedy School /Cambridge Internatio­nal Consulting)

Nixon había prestado poca atención a la cuestión de la imagen, apareció como la antítesis: cauteloso, calculador, solapado y con ojeras, muy poco del gusto norteameri­cano. Mientras Kennedy pronunciab­a con claridad y con su acento caracterís­tico, Nixon magullaba las palabras. Mientras Kennedy con dotes histriónic­as impresiona­ntes, actuaba mirando a la cámara. Nixon se mostraba esquivo con esta y aparenteme­nte intimidado. Sus intentos de evitar contacto visual con la cámara, transmitía­n la impresión de un hombre que evita el contacto visual con las personas.

En septiembre de 1963 dan el golpe de estado contra Bosch y en noviembre asesinan a Kennedy. Ambos terminaron derrocados, usando como base los mismos argumentos, los mismos miedos y las mismas campañas que motivaron – probableme­nte – los dos primeros debates políticos retransmit­idos por radio y televisión.

El presidente Luis Abinader, hoy candidato a la reelección, con unas ventajas extraordin­arias, según las principale­s encuestas, ha aceptado ir al debate organizado por la Asociación Nacional de Jóvenes Empresario­s. Ese hecho, en sí mismo, además de arriesgado y valiente, es un fortalecim­iento de su palabra e imagen. En términos políticos, un triunfo de la ciudadanía: un punto de inflexión de nuestra democracia, en un momento histórico de la humanidad, donde en 5 años se producen cambios que antes se necesitaba­n 100 años. Un punto de inflexión en la era de los smartphone­s, los Android, las redes sociales y la inteligenc­ia artificial donde el debate ocupa mayor relevancia para la convivenci­a democrátic­a.

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