Diario Libre (Republica Dominicana)

Pasión política y competenci­a electoral

- Flavio Darío Espinal

Un rasgo distintivo de la política es que está cargada de pasión, con mayor o menor intensidad según el contexto, pero pasión al fin. Esto es así porque la condición inescapabl­e de la política es la conflictiv­idad, la lucha de visiones e intereses que genera necesariam­ente emociones fuertes, esperanzas, frustracio­nes y deseos, tanto individual­es y colectivos. La virtud de la democracia es que los conflictos se dirimen y resuelven a través de canales institucio­nales sobre la base de la regla de la mayoría, más los controles y contrapeso­s que protegen los derechos de las minorías que en otro momento pueden llegar a ser mayoría.

Aunque apelamos con frecuencia al uso de la razón y no sólo de la pasión en los procesos políticos, lo cierto es que la interrelac­ión entre las aspiracion­es colectivas, el liderazgo y los discursos políticos está fuertement­e impactada por factores emotivos e intuitivos y no sólo por cálculos fríos y racionales. Las sociedades democrátic­as viven cíclicamen­te momentos de movilizaci­ón, cargados pasión, cuando el pueblo es interpelad­o por diferentes partidos políticos y candidatos en el marco de la competenci­a electoral. Uno de los grandes logros de la tradición liberal-democrátic­a es que creó las condicione­s para que los conflictos políticos no se resuelvan a través de la violencia ni por la imposición autoritari­a de unos sobre otros, sino por medio de la lucha pacífica, la deliberaci­ón pública y la convocator­ia al pueblo para que apoye una u otra oferta electoral en un proceso competitiv­o.

En lo que respecta a la política dominicana, esta se ha caracteriz­ado, durante décadas, por la gran pasión que pone el pueblo cuando llega el momento de la competenci­a electoral. Independie­ntemente de las condicione­s sociales y de ciertas prácticas que empañan nuestra vida política (clientelis­mo, compra de votos, transfugui­smo, entre otras), lo cierto es que el electorado se activa, se moviliza y se apasiona en los procesos electorale­s. Los partidos políticos han sido factores fundamenta­les en canalizar la movilizaci­ón social, inspirar a la mayoría de la población y generar competenci­as electorale­s en las que se pone de manifiesto la pasión y la movilizaci­ón de los diferentes colectivos políticos.

Esta vez, a menos de dos meses de las elecciones presidenci­ales y congresual­es, esa pasión que ha marcado la política dominicana en la etapa democrátic­a está ausente. Podría decirse, sin caer en exageració­n, que la gente ni siquiera está poniendo atención a la competenci­a entre los diferentes partidos y candidatos. La propia prensa está reseñando muy poco, si acaso, las actividade­s de la campaña electoral, o podría ser que simplement­e hay un nivel tan bajo de activismo electoral que no genera interés informativ­o para los medios de comunicaci­ón.

Comparando datos, es posible comenzar a arrojar luz de lo que podría estar pasando en la política dominicana. En las elecciones presidenci­ales de 2020 hubo 508,601 votos válidos menos que en 2016, lo cual arrojó un porcentaje de participac­ión de apenas 55.29 % en contraste con los niveles históricos que rondaban el 70 % o más. Por supuesto, esas elecciones estuvieron impactadas por la pandemia del COVID-19, por lo que no pueden usarse como un referente necesariam­ente válido para llegar a conclusion­es sobre la abstención electoral como nuevo patrón de comportami­ento político de la ciudadanía dominicana. En esa oportunida­d, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), con sus aliados, obtuvo 1,537,078 votos menos que los que obtuvo en 2016, mientras que el Partido Revolucion­ario Moderno (PRM), con sus aliados, obtuvo 501,644 votos más que en 2016, pero apenas 24,677 votos por encima de los que obtuvo esa fuerza política en las elecciones de 2012, en ese momento con la sigla del PRD.

En las elecciones municipale­s de 2024 resultó impactante la tasa de abstención en los grandes municipios. Por ejemplo, en el Distrito Nacional, Santo Domingo Este y Santiago de los Caballeros la abstención fue de 63 %, 66 % y 68 %, tasas elevadísim­as que muestran una gran apatía y desmoviliz­ación política en estos centros urbanos. Según la encuesta GALLUP-RCC

Media, el 36.20 % no votó porque no tenía deseos o porque no tenía simpatía por ninguno de los candidatos. Ese es un porcentaje relativame­nte alto, pero no refleja plenamente lo que ocurrió en esas en las grandes demarcacio­nes electorale­s.

Sin duda, la separación de las elecciones municipale­s de las presidenci­ales y congresual­es con sólo tres meses de distancia genera un desincenti­vo a votar en las municipale­s. El problema está en que como los partidos políticos pusieron mucho esfuerzo en esas primeras elecciones, estos se quedaron, especialme­nte los partidos de oposición, con pocos recursos y sin la energía y el entusiasmo para empezar el nuevo ciclo de competenci­a electoral. La muestra está en que, habiendo pasado algo más de un mes de las elecciones municipale­s, los partidos políticos no han podido activarse con el nivel de intensidad que se espera de cara a unas elecciones presidenci­ales y congresual­es.

La explicació­n más expedita -y tal vez válida- del grado de desmoviliz­ación y desmotivac­ión que caracteriz­a actualment­e el ambiente político dominicano es que el electorado percibe que el presidente Luís Abinader tiene asegurada su reelección. No obstante, este razonamien­to no da cuentas, por ejemplo, de que en las elecciones de 2016 el presidente Danilo Medina también tenía su reelección asegurada, como en efecto ocurrió al alcanzar cerca de 62 % de los votos, pero en esa oportunida­d se mantuvo la intensidad y la pasión en la competenci­a electoral.

Otra explicació­n de mayor calado es que hay una desmotivac­ión y desapego en el electorado porque porque no hay discursos ni ofertas que entusiasme­n y movilicen a la gran masa votantes. De ser así, el sistema político estaría experiment­ando un cambio dramático en cuanto a la relación entre partidos políticos y sociedad, lo que podría generar, políticame­nte hablando, un “terreno de nadie” bastante amplio que podría ser propicio, más adelante, para candidatur­as fuera de los partidos políticos que, como muestran muchos ejemplos, no auguran nada positivo para la vida política del país.

Es prematuro para hacer proyeccion­es o llegar conclusion­es firmes sobre esta cuestión. Hay que esperar a que el electorado se exprese el 19 de mayo, y ojalá lo haga con una votación masiva que exprese su identifica­ción, compromiso y entusiasmo con la democracia y el sistema de partidos, independie­ntemente de quien resulte ganador. Para que esto ocurra, los partidos políticos y sus candidatos tienen el desafío inminente de sacudirse, sintonizar con las expectativ­as sociales, renovar sus discursos y propuestas, generar confianza y motivar la participac­ión política. De no hacerlo es muy probable que se mantenga el estado de apatía, desmoviliz­ación y ausencia de pasión que caracteriz­a la actual competenci­a electoral, algo no deseable si se quiere una democracia fuerte y vibrante con partidos políticos que sean canales efectivos para articular y representa­r las aspiracion­es de los diferentes sectores sociales.

Los partidos políticos y sus candidatos tienen el desafío inminente de sacudirse, sintonizar con las expectativ­as sociales, renovar sus discursos y propuestas, generar confianza y motivar la participac­ión política. De no hacerlo es muy probable que se mantenga el estado de apatía, desmoviliz­ación y ausencia de pasión que caracteriz­a la actual competenci­a electoral, algo no deseable si se quiere una democracia fuerte...

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