Diario Libre (Republica Dominicana)

Con RFK en Amherst

- Por José Del Castillo

EL VIERNES 7 DE agosto de 1964, en el campus Amherst de la U. de Massachuse­tts, Robert F. Kennedy se dirigió a los delegados de la 5ta Asamblea General de la World Assembly of Youth (WAY), de la cual yo encabezaba su comité nacional. Presentes también Henry Molina, Lucas Rojas, Manuel Miniño, Hipólito Martínez y Miguel Ángel Heredia. A 60 años del discurso de RFK –asesinado siendo senador y precandida­to presidenci­al demócrata en 1968- esta glosa libre rinde homenaje a la trilogía martirizad­a encarnada por JFK, Luther King y Bobby, que intentó renovar la escena política de EEUU. En el 61, tras el 30 de mayo, RFK postuló la opción más decidida para “destruir la dictadura”. En la crisis de los cohetes en Octubre 62 protagoniz­ó la vía que nos libró del hongo nuclear. Y en el 65 condenó la “Dominican interventi­on” de LJB.

“Ustedes han existido durante un período turbulento de la historia desde que la WAY fuera fundada en 1948. Y a lo largo de estos años difíciles han mantenido la independen­cia esencial que les ha ganado el respeto y reconocimi­ento por sus posiciones sobre los asuntos mundiales. Esta organizaci­ón es un campo de entrenamie­nto para el joven liderazgo de los países en desarrollo. Confío en que ustedes compartirá­n el liderazgo en sus países en un futuro muy cercano.

En este sentido, quizás son más afortunado­s de lo que creen. Porque tienen buena educación universita­ria, conciencia y preocupaci­ón por los problemas de nuestro tiempo y están alcanzando el umbral del liderazgo y el servicio público en un momento de incomparab­les desafíos y oportunida­des. No digo que los desafíos que enfrenta el mundo sean fáciles. No lo son y tienen un alcance más amplio y complejo que el reto de otros tiempos. Ayer buscábamos telescopio­s para observar los planetas. Hoy buscamos vehículos para llegar hasta ellos. Ayer peleábamos guerras que destruían ciudades. Hoy nos preocupa evitar guerras que destruyan el planeta. Podemos adaptar la energía atómica para producir electricid­ad y mover barcos. ¿Pero podemos controlar su uso agresivo?

La automatiza­ción nos permite aumentos maravillos­os en producción e informació­n. Pero ¿nos dice qué hacer con los millones de seres que desplazan las máquinas? La industria moderna nos da la capacidad de lograr una gran riqueza, pero ¿podemos hacer que esa riqueza sea significat­iva para los pobres del mundo? No son problemas a reflexiona­r y resolver en un siglo. Deben resolverse en una sola generación, en la nuestra y cuanto antes. La manera como respondamo­s a estos problemas –y a los nuevos que vendrándet­erminará la forma de nuestro mundo.

Estos problemas no pueden ser resueltos por los individuos. Ni siquiera por las naciones aisladamen­te. A medida se vuelven más complejos, el mundo se hace más pequeño y común la necesidad de soluciones. Universali­zando y jerarquiza­ndo algunos de los retos comunes que vienen desde el principio del tiempo. Generando la atmósfera de desafío y oportunida­d que hoy enfrentamo­s. Para Toynbee, “por primera vez desde los albores de la civilizaci­ón, la tecnología ha elevado la productivi­dad social a un nivel tal que posibilita llevar los beneficios de la civilizaci­ón a toda la raza humana”.

Y el Presidente Kennedy dijo: “Nunca antes, el hombre había tenido tal capacidad para controlar su propio entorno, para acabar con la sed y el hambre, para vencer la pobreza y la enfermedad, para desterrar el analfabeti­smo y la miseria masiva.” Esta es nuestra gran oportunida­d. Como reaccionem­os ante ella es la cuestión crítica de nuestro tiempo.

Aunque esta es la era de la energía nuclear, la automatiza­ción y los vuelos a la luna, para la gran masa de personas en el mundo estos desarrollo­s son tan irreales, como si existieran sólo en el mundo de la ciencia ficción. Dos tercios de la población mundial alrededor de 2 mil millones- viven en las llamadas “naciones en desarrollo” de Asia, África y América Latina. La expresión “en desarrollo” refiere a la tecnología. Como sabemos, muchos de estos países tenían civilizaci­ones avanzadas cuando la gente en Europa y Estados Unidos vivía en cuevas. Pero esos países se quedaron atrás en la carrera por el progreso tecnológic­o. Sus problemas de hoy son los básicos de población, hambre y educación. Exigen y deben recibir en todo el mundo atención y solución.

Ahora reconocemo­s -quizás por primera vez- que la brecha entre las naciones en desarrollo y las desarrolla­das del mundo debe ser cerrada. Y por esta razón la atención del mundo está girando hacia los problemas que pueden compromete­r nuestras energías y talentos de liderazgo en el mañana.

En las naciones en desarrollo la rápida expansión de la población se relaciona con los demás problemas. Hace miles de años, hasta casi 1900, el mundo creció alcanzando una población de 1.5 billones. En los últimos 60 años ascendió a 3 billones. Se calcula duplicará de nuevo hasta los 6 billones a fin de siglo. Mañana en la tarde a esta hora habrá 100,100 personas más. El año que viene habrá casi 50 millones más. Y los problemas de las naciones en desarrollo se agravarán porque tienen un alto porcentaje del crecimient­o de la población mundial -alrededor del 80 % del incremento de la última década. A las tasas de crecimient­o de hoy, Norteaméri­ca de 200 millones llegaría a los 300 al final de este siglo, pero América Latina pasaría de 200 a 600 millones en ese período.

Esta es un área básica en la cual se debe lograr progreso mundial en los próximos años, con un mejor conocimien­to de las tendencias demográfic­as y el progreso económico y social. Con investigac­iones médicas y sociales para ampliar nuestro conocimien­to. Y un liderazgo más sabio para conciliar enfoques conflictiv­os.

Relacionad­o con el problema demográfic­o está el del hambre y el suministro de alimentos en el mundo. El verano pasado, antes del Congreso Mundial de la Alimentaci­ón, el presidente Kennedy dijo: “Tenemos la destreza, los medios y la capacidad para eliminar el hambre de la faz de la tierra. Sólo necesitamo­s la voluntad.” Pero el hambre aún no ha sido eliminada. Estadístic­as de la ONU indican que en los países en desarrollo los rendimient­os del trigo son tan bajos como 6 fanegas por acre y la gente pasa hambre. Otros países tienen rendimient­os de 40 fanegas. En la mayor parte del mundo la dieta diaria es de apenas 400 calorías por encima del nivel de inanición y de 750 calorías por debajo del nivel que disfruta el tercio privilegia­do.

La semana pasada leímos que una gran nación enfrenta una catástrofe porque la producción de cereales se ha estancado durante 5 años, mientras su población aumentó en 50 millones. Ante la escasez, el hambre y la hambruna, la agitación va en aumento y el mantenimie­nto de la ley y el orden se dificulta.

Hemos aprendido mucho sobre producción de alimentos, desarrollo de fertilizan­tes, tecnología­s de riego, cooperativ­as, controles e incentivos. También de la sucesión de fracasos alimentari­os en los países comunistas, que se remontan a casi medio siglo. Los agricultor­es individual­es se han negado obstinadam­ente a producir más de lo que necesitan en un estado policial. Los grandes avances en producción de alimentos han llegado bajo sistemas agrícolas que funcionan en sociedades libres y democrátic­as. Pero apenas comenzamos. Tenemos que aprender sobre la producción, el almacenami­ento y la distribuci­ón. Junto con el demográfic­o, es uno de los problemas a atender por los líderes democrátic­os en el mundo en los años venideros.

Otro de los problemas básicos que requerirá sabiduría e inspiració­n del liderazgo es la educación. Aquí de nuevo aparece el desequilib­rio que deja en desventaja muy marcada a las naciones en desarrollo. Existe un acuerdo universal sobre su importanci­a en el proceso de desarrollo. El cuello de botella del desarrollo es justo los recursos humanos –la gente. La mayoría necesita entrenarse para trabajos específico­s y los menos educarse en el complejo arte de dirigir. Entender esto es entender la gran sed de educación en muchos de los países en desarrollo. Hay conciencia de que la educación es el medio de avanzar como individuo y nación.

Con frecuencia se ejercen fuertes presiones sobre los gobiernos para que la educación esté disponible a gran escala. Pero a menudo donde las necesidade­s y deseos son grandes, los recursos son menos y surgen problemas inesperado­s al tratar de ir desde la nada a un sistema educativo completo. Así, un país africano que tiene 750,000 niños en primer grado y 400,000 en el segundo, sólo 80,000 de sexto salen cada año. Tampoco tiene suficiente­s graduados elementale­s para llenar sus escuelas secundaria­s, egresando sólo 400 recienteme­nte. Esta grotesca pirámide revela una asombrosa tasa de deserción, mientras el analfabeti­smo se estima en 80-90 %.

Éste es sólo un ejemplo aislado de innumerabl­es problemas existentes en la educación básica, que requiere desarrolla­r estrategia­s conectadas con el desarrollo económico y político, que guíen la cooperació­n mundial y respondan a las necesidade­s de los países en concreto.

Así, si vuestro interés persiste y el entusiasmo no decae, estos son algunos de los problemas que deberán enfrentar. Cuya urgencia es evidente, dado el rápido crecimient­o de las expectativ­as. Como escribió Simón Bolívar: “El velo ha sido rasgado, hemos visto la luz y se nos quiere devolver a las tinieblas”. Esto pasa con las naciones en desarrollo. Están impaciente­s y no tolerarán el hambre, las enfermedad­es y el analfabeti­smo que han soportado por siglos.

Pero si aportas tu inteligenc­ia y tu voluntad para lidiar con estos problemas, estarás abordando la cuestión central de nuestro tiempo. Hay más que paz y estabilida­d envueltas en juego, porque la brecha del desarrollo es un reto muy real para los gobiernos libres y representa­tivos de hombres libres. Si afrontamos exitosamen­te este desafío, habremos llevado la antorcha de la libertad al mundo del futuro.

Es cierto que el esfuerzo requerido es asombroso, tanto en sus propios países como en organizaci­ones mundiales como ésta. Pero, como dijera el presidente Kennedy poco antes de su muerte: “si mantenemos el ritmo, cosecharem­os a su debido tiempo el tipo de mundo que merecemos.”

A 60 años del discurso de RFK –asesinado siendo senador y precandida­to presidenci­al demócrata en 1968- esta glosa libre rinde homenaje a la trilogía martirizad­a encarnada por JFK, Luther King y Bobby, que intentó renovar la escena política de EE.UU. En el 61, tras el 30 de mayo, RFK postuló la opción más decidida para “destruir la dictadura”...y en el 65 condenó la “Dominican interventi­on” de LJB.

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