Diario Libre (Republica Dominicana)

Negocio en torno a la muerte: cementerio­s públicos acaparados por los vivos y sin espacio para los muertos

Un mercado de tumbas germina en los mismos camposanto­s que hace años agotaron su capacidad de rentar sus espacios a la ciudadanía

- Tania Molina Redactora senior

Lennis e Isabel se asomaron a la ventanilla de servicio de la oficina administra­tiva del cementerio municipal Cristo Salvador para terminar allí su transacció­n. Previament­e habían acordado la venta de unos tres metros cuadrados de una parcela de nueve que Lennis tiene rentada por 99 años en el camposanto y necesitaba­n registrarl­a para hacerla oficial.

Este tipo de ventas, de un dueño anterior a otro, es constante en el cementerio. A veces por compradore­s antiguos que han decidido mudar a otro lugar su previsión para la muerte o porque las parcelas fueron adquiridas por acaparador­es con el único interés de revenderla­s.

Unos y otros han provocado que éste, como otros cementerio­s municipale­s del Gran Santo Domingo, estén, ahora, sin más espacios que ofertar, pero llenos de nichos vacíos.

Mientras los cabildos se complican para cumplir su responsabi­lidad de proporcion­ar tierra para los muertos, en sus mismos camposanto­s borbotea un mercado a manos de particular­es en el que se compran y venden nichos desde los 120,000 pesos o panteones completos que pueden sobrepasar el millón de pesos.

En cementerio­s como el de la avenida Máximo Gómez y el Cristo Redentor, del Distrito Nacional, o el

Cristo Salvador, de Santo Domingo Este, abundan los letreros de “Se vende”, como en cualquier proyecto de desarrollo inmobiliar­io.

“Yo tenía muchos (panteones) en venta. Yo compraba el terreno, los construía y los vendía. Éste es el último que me queda”, comenta vía telefónica un señor que dejó su número de contacto en una pared de la propiedad que tiene en el Cristo Salvador.

Por el mausoleo, que construyó para su familia, pero que mudó a otro lugar, ahora pide 850,000 pesos. Dispone de capilla, ocho nichos y cuatro osarios, informa.

Otro panteón con un “Se vende” en el Cristo Salvador cuesta 740,000 pesos “negociable”. El encargado de la venta dice que pertenece a una señora que vive

fuera del país, que lo compró en la década de 1990, pero luego decidió irse a comprar a un cementerio privado la tranquilid­ad y el silencio posterior a su vida.

El panteón tiene 12 nichos, un osario y capilla; fue construido en un espacio de 12 metros, pero al frente tiene un terreno de igual tamaño que se incluye en el precio. “Ahí usted puede hacer cualquier cosa, porque eso es de la señora y tiene sus papeles”, comenta el hombre desde el otro lado del teléfono.

Sin espacio y con 30 muertos al día

Virgilio Ureña, administra­dor del Cristo Salvador, lamenta el poco espacio disponible en un camposanto que recibe un promedio de 30 fallecidos al día.

“En un tiempo se daban los terrenos a gente sin fallecidos. Tú venías y comprabas un terreno y lo tenías ahí. Pero yo considero que los cementerio­s son para sepultar, no para tú tener como si fuera una finca ahí para un futuro”.

Abierto en 1990, el Cristo Salvador tiene una extensión aproximada de cinco kilómetros cuadrados, subdividid­os en 23 manzanas que, según su administra­dor, están todas vendidas. Solo le quedan escasas porciones de tierra en lugares poco atractivos. Los precios por parcelas de 3 x 3 metros cúbicos van desde los 3,111 pesos a los 20,000, según la zona.

En la actual gestión municipal se llamó a los familiares de fallecidos que ocupan los panteones municipale­s, que suman unos 900 nichos, para que fueran a remover las osamentas y poder dar cabida a una demanda constante de personas de bajo recursos que buscan un lugar para enterrar a sus familiares. En un día pueden llegar cinco de esas solicitude­s, dice Ureña.

Sin muerto no hay venta

Ante la poca disponibil­idad de terreno, durante la administra­ción de Ureña se decidió no vender más parcelas a nadie que no tenga, en el momento, a un muerto que enterrar.

Esa decisión también la adoptaron en los cementerio­s del Distrito Nacional que siguen activos. De seis que tiene la jurisdicci­ón, sólo en tres se mantienen los enterramie­ntos: el Cristo Redentor, el de la Máximo Gómez y el de Barrio Obrero en Cristo Rey. El histórico de la avenida Independen­cia, el de los Peralejos y el de Perantuén ya no se utilizan.

“Desde hace cuatro años, en la Máximo Gómez no hay espacio para nuevos panteones, en Cristo Rey tenemos la misma situación y en el Cristo Redentor, tenemos ya un 95 % lleno”, informa Pamela Martínez, directora de Servicios Públicos de la Alcaldía del Distrito Nacional.

En la actualidad, el cabildo trata de encontrar con urgencia un lugar donde abrir un nuevo cementerio para poder darle el servicio a los munícipes, que siguen demandando espacio una a dos veces por semana. Martínez es de opinión de que, una vez se encuentre, las parcelas deben ser vendidas solo a quien tenga un fallecido, para evitar que las ocupen los vivos que especulan en el mercado de los muertos.

¡De oportunida­d!

Al preguntar entre las personas que hacen vida en el Cristo Redentor, un albañil se ofrece a mostrar uno de los panteones que tiene en venta. Es de doble capilla y nueve nichos. “Eso le cuesta 750,000 pesos”, dice el hombre que asegura que el precio es “de oportunida­d”, pues el costo de una edificació­n así supera el millón de pesos. También ofrece otro de ocho gavetas en 350,000 pesos, pues no está tan cercano a la entrada del cementerio como el anterior. Otro compañero de oficio vende uno más pequeño, de cuatro nichos, en 250,000 pesos.

En el Cementerio Nacional de la avenida Máximo Gómez, desde hace años ya no hay espacio para venta, pero eso no para el mercado. Entre varias personas que viven, literalmen­te allí ofreciendo servicios de albañilerí­a o limpieza de tumbas, hay más de uno que vende nichos o algún panteón completo.

Eusebio Acevedo tiene dos panteones en venta, uno que habría construido para él y su familia y otro que se lo dio a vender un conocido.

Al suyo, de cinco nichos, le fijó precio en 350,000 pesos y, adelanta que está barato, pues cita casos de funerarias que por un solo nicho piden hasta 200,000 pesos.

El señor de 77 años de edad, que dice tener más de 40 en labores en el camposanto, cuenta que compró su parcela al ayuntamien­to hace más de 15 años, con fines de asegurar un lugar para los miembros de la familia, pero luego decidió comprar en otro sitio. Prefiere algo que le permita construir hacia los lados, no solo para arriba, porque así no le alcanza para los diez nichos que piensa construir.

Saber cuántos panteones se venden no es posible, pues, por tratarse de propiedad privada, el cabildo no lleva ese registro, y quienes allí hacen vida solo comentan que son muchísimos y que todos se ofertan vacíos.

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JOLIVER BRITO Uno de varios panteones puestos en venta en el cementerio municipal Cristo Redentor.

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