El Caribe

Israel y Palestina: única solución

- MIGUEL GUERRERO

La creación futura de un estado palestino no es la causa de la violencia que afecta todavía la paz en el Levante. Esa cuestión está desde hace tiempo decidida. Lo que traba realmente un acuerdo que lo permita es la negativa de grupos radicales palestinos y algunos gobiernos árabes vecinos de reconocer el derecho de Israel a existir como nación. Es decir, el derecho que les asiste a los judíos, como a los palestinos, de vivir dentro de fronteras estables y seguras.

Esa realidad ha quedado infinidad de veces de manifiesto. Hace ya varios años, durante una visita de la entonces secretaria de Estado norteameri­cana Condolezza Rice se logró un compromiso sólido en sus reuniones con el presidente Mahmud Abás, de la Autoridad Nacional Palestina, y el primer ministro Ehud Olmert, de alcanzar una solución al conflicto en base al reconocimi­ento de los dos estados. De hecho, se trata de una salida que ambas partes admiten desde el inicio de las negociacio­nes enmarcadas dentro de la llamada Hoja de Ruta, que auspiciaro­n Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea y Naciones Unidas, pero que el gobierno sirio y grupos árabes radicales, como Hamas y Hezbolá, se resisten a aceptar e incluso, en el caso de los dos últimos, basan su existencia en la desaparici­ón del estado israelí.

Israel es una víctima de los prejuicios que dominan la diplomacia internacio­nal. A ningún otro país, sin importar la magnitud de las acusacione­s que se le formulen, se le niega el derecho de existencia. Se discuten los errores de política, las agresiones a países extran- Israel es una víctima de los prejuicios que dominan la diplomacia internacio­nal. A ningún otro país, sin importar la magnitud de las acusacione­s que se le formulen, se le niega el derecho de existencia. Se discuten los errores de política, las agresiones a países extranjero­s y se condenan en los organismos internacio­nales a los gobiernos responsabl­es de tales hechos.

jeros y se condenan en los organismos internacio­nales a los gobiernos responsabl­es de tales hechos. Pero nadie discute el derecho a la existencia de ningún otro estado, por fallido que sea o por cuestionab­les que resulten sus actuacione­s en la comunidad internacio­nal. Sólo a los judíos, por el hecho de serlos. No hay otra salida que no sea la de dos estados.

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