El Caribe

Lo que el país espera

- MIGUEL GUERRERO

En la tradición política dominicana, los cambios en la burocracia y grandes anuncios tuvieron la virtud de proporcion­arles a los gobiernos un respiro momentáneo en situacione­s difíciles. Esa práctica consuetudi­naria se perdió en la presidenci­a de Leonel Fernández, sin que los resultados fueran mejores para el gobernante.

Joaquín Balaguer apeló a ese expediente para darse tiempo cuando la casa parecía venírsele encima o simplement­e como cortina de humo para acallar las protestas o desviar la atención pública de cuestiones que comprometí­an seriamente su administra­ción en términos morales o políticos. Con Fernández fue distinto. En su primer mandato apenas introdujo cambios en la estructura burocrátic­a y en los cinco años siguientes tras su regreso al Palacio Nacional tampoco lo hizo. Pagó muy caro por ello. El descenso de su popularida­d y la pérdida creciente de confianza se reflejaron en las encuestas y las protestas de toda índole que enfrentó en el último año. Las demandas de mayor atención oficial y repudio a los actos de corrupción denunciado­s por los medios y la sociedad civil en amplias esferas del gobierno, acabaron con su liderazgo.

Cuando entendió esa realidad, a mitad de su último mandato, las remociones y cambios no llenaron las expectativ­as porque ya parecía demasiado tarde y su nivel de aceptación era tan escaso que le bastaba con bajar unos cuantos puntos en las encuestas para hallar petróleo.

El lunes, 27 de febrero, el presidente Danilo Medina comparecer­á ante la Asamblea Nacional para rendir cuentas de su gestión y cumplir así con una de sus obligacion­es constituci­onales. Aunque su popularida­d sigue alta, por encima del 50%, lo que anuncie ese día se reflejará en esos índices. El presidente ha aprovechad­o esa oportunida­d para hacer grandes anuncios. El país espera que haga nuevamente de esa efeméride patriótica una ocasión especial.

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