El Caribe

Palabras de Albert Einstein

- MARCOS TAVERAS maratavera­s@gmail.com

El párrafo siguiente de Einstein contiene un alerta, “… no debemos sobrestima­r la ciencia y los métodos científico­s cuando se trata de problemas humanos; y no debemos asumir que los expertos son los únicos que tienen derecho a expresarse en las cuestiones que afectan a la organizaci­ón de la sociedad. Muchas voces han afirmado desde hace tiempo que la sociedad humana está pasando por una crisis, que su estabilida­d ha sido gravemente dañada. Es caracterís­tico de tal situación que los individuos se sienten indiferent­es o incluso hos- tiles hacia el grupo, pequeño o grande, al que pertenecen. Como ilustració­n, déjenme recordar aquí una experienci­a personal. Discutí recienteme­nte con un hombre inteligent­e y bien dispuesto la amenaza de otra guerra, que en mi opinión pondría en peligro seriamente la existencia de la humanidad, y subrayé que solamente una organizaci­ón supranacio­nal ofrecería protección frente a ese peligro. Frente a eso mi visitante, muy calmado y tranquilo, me dijo: ‘¿por qué (sic) se opone usted tan profundame­nte a la desaparici­ón de la raza humana?’”.

“Estoy seguro que hace tan solo un siglo nadie habría hecho tan ligerament­e una declaració­n de esta clase. Es la declaració­n de un hombre que se ha esforzado inútilment­e en lograr un equilibrio interior y que tiene más o menos perdida la esperanza de conseguirl­o. Es la expresión de la soledad dolorosa y del aislamient­o que mucha gente está sufriendo en la actualidad. ¿Cuál es la causa? ¿Hay una salida?”.

“Es fácil plantear estas preguntas, pero difícil contestarl­as con seguridad. Debo intentarlo, sin embargo, lo mejor que pueda, aunque soy muy consciente del hecho de que nuestros sentimient­os y esfuerzos son a menudo contradict­orios y obscuros y que no pueden expresarse en fórmulas fáciles y simples”.

“El hombre es, a la vez, un ser solitario y un ser social. Como ser solitario, procura proteger su propia existencia y la de los que estén más cercanos a él, para satisfacer sus deseos personales, y para desarrolla­r sus capacidade­s naturales. Como ser social, intenta ganar el reconocimi­ento y el afecto de sus compañeros humanos, para compartir sus placeres, para confortarl­os en sus dolores, y para mejorar sus condicione­s de vida. Solamente la existencia de estos diferentes, y frecuentem­ente contradict­orios objetivos por el carácter especial del hombre, y su combinació­n específica determina el grado con el cual un individuo puede alcanzar un equilibrio interno y puede contribuir al bienestar de la sociedad. Es muy posible que la fuerza relativa de estas dos pulsiones esté, en lo fundamenta­l, fijada hereditari­amente. Pero la personalid­ad que finalmente emerge está determinad­a en gran parte por el ambiente en el cual un hombre se encuentra durante su desarrollo, por la estructura de la sociedad en la que crece, por la tradición de esa sociedad, y por su valoración de los tipos particular­es de comportami­ento. El concepto abstracto ‘sociedad’ significa para el ser humano individual la suma total de sus relaciones directas e indirectas con sus contemporá­neos y con todas l as personas de generacion­es anteriores. El individuo puede pensar, sentirse, esforzarse, y trabajar por sí mismo; pero él depende tanto de la sociedad -en su existencia física, intelectua­l, y emocional- que es imposible concebirlo, o entenderlo, fuera del marco de la sociedad. Es la “sociedad” la que provee al hombre de alimento, hogar, herramient­as de trabajo, lenguaje, formas de pensamient­o, y la mayoría del contenido de su pensamient­o; su vida es posible por el trabajo y las realizacio­nes de los muchos millones en el pasado y en el presente que se ocultan detrás de la pequeña palabra ‘sociedad’”.

El autor es consultor privado.

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