El Caribe

La importanci­a de un buen equipo

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a sus padres por la incalculab­le herencia de trabajo y esfuerzo que hasta el día de hoy guía sus pasos y que espera sea el mismo que continúen sus hijos.

1. De Baitoa

Tuve la dicha de tener unos grandes padres. Nací en Baitoa. Mi madre se llamaba Leonarda Fernández Valerio; mi padre, que era de Salcedo, se llamaba Porfirio García Díaz. Nací en Baitoa, pero me trajeron a la capital cuando tenía un año y medio, porque mi abuelo, gran productor de tabaco y del famoso andullo, que se usaba para pipa, se trasladaba a diferentes comunidade­s. Mi abuelo se llamaba José Ramón Fernández Fernández. En ese entonces éramos seis hermanos, después llegamos a ocho. Al llegar a la capital vivimos en diferentes sectores. Mi padre era comerciant­e. Vivimos en San Carlos, en San Lázaro y luego nos fuimos a la Zona Colonial en la calle Padre Billini. Ahí cultivé grandes amistades.

2. Mejor herencia

El legado de mis padres, porque uno puede pasar por la mejor universida­d del mundo y vas a obtener conocimien­to científico, pero la primera universida­d, para mí, y además la más importante, es el hogar. Si mis padres no fueran quienes fueron, difícilmen­te hoy yo estuviera aquí hablando de mi desarrollo profesiona­l. Mis padres me educaron a mí y a mis hermanos en valores. Por eso siento un profundo agradecimi­ento con mi familia, por haber contribuid­o con mi formación. Me voy a ir de este mundo con ese ejemplo, no me voy a torcer, por no faltarles a ellos.

3. La educación

Estudié en la capital, desde la primaria hasta llegar a la universida­d, hasta que me fui al extranjero. Como joven tuve una formación acorde con los acontecimi­entos de aquel entonces. Fui un luchador por la libertad y la democracia de este país. Me inicié con Aliro Paulino, en el colegio San Antonio, de San Carlos, después fui a escuelas públicas, como el liceo Intermedia Argentina, Eugenio María de Hostos, en la Perito de Contadores, pero quería ser abogado. Concluí mis estudios de bachillera­to. Me hice bachiller en Filosofía y Letras. Allá estuve seis años. Mi cuñado, Yan- Erick Ohlund, fue quien me abrió las puertas en Europa, que aunque es de mi edad, digo que es uno de mis padres.

4. Lucha política

do personas en una lista de los 52 comunistas, entre los que estaba yo. Ese pasado contribuyó mucho en lo que es nuestra sociedad. El ser humano debe pensar en su país.

5. Vida estudianti­l

Ingresé a la Universida­d en el año 1966, me incliné por Economía. Tuve la oportunida­d de ser de la primera formación propiament­e de Economía. En ese entonces, no había postgrado, ni maestrías. Entonces hice la proyección de irme al exterior. Me gradué el 29 de septiembre de 1972 y me marché el primero de octubre de 1972, es decir, dos días después. Entonces, mi amigo Narciso Isa Conde me dijo que estaban buscando profesiona­les con nuestros perfiles para enviarlos a Bucharest a hacer doctorados. Me fui y

concluí en el año 1978.

Necesidad Para que la universida­d sea exitosa debe procurar la unidad, dejar atrás el grupismo.

Agradezco haber participad­o en la lucha política cuando era joven, porque eso contribuyó a mi formación como mejor ser humano. Era dirigente estudianti­l de la Unión de Estudiante­s Revolucion­arios y, en la misma universida­d, fui dirigente de Fragua. Yo luché por la libertad y en contra del Golpe de Estado a Juan Bosch, y luché junto a los militares para reponer a Juan Bosch. Fui combatient­e. Tenía 17 años, en ese entonces. Formé el Comando de Poasis, conjuntame­nte con Roberto Cassá y varios amigos de ese entonces. Salí herido. Te voy a decir algo: Lyndon B. Johnson cometió un grave error para mí con la ocupación militar e incluyen-

6. El regreso a casa

Mi meta siempre fue retornar a mi país. Retorné al país, sin problemas. Ya estaba don Antonio Guzmán en el poder. Cuando llegué fui a visitar al profesor Gustavo Sánchez Díaz, porque su hermana había sufrido un accidente. Le dije que yo me iba a dedicar a la investigac­ión y me dijo que a él lo acababan de nombrar en Inespre y que me necesitaba en la Gerencia de Planificac­ión. Ahí duré cierto tiempo como gerente.

7. Rumbo a la rectoría

Desde antes de irme del país, ya yo ejercía mi profesión y escribía mucho sobre temas económicos. En eso me llamaron para participar en un concurso en el año 1980. Fui y gané, pero mi objetivo no era dar clases. Había ocupado posiciones gerenciale­s en el sector público y en el sector privado, y cuando llegué a la UASD iba a dar una sección, pero con el tiempo eso cambió. Cuando llegué a la universida­d, ya yo era gerente. Conocía los aspectos financiero­s. Ya tenía dos secciones y me llamaron para que participar­a en un concurso como Coordinado­r de Cátedra. En el 86 vienen los cambios y me retiran del sector público. Ahí se me presenta la oportunida­d de ser director de escuela, luego mi amigo Edylberto Cabral, me dijo que quería que yo fuera vicedecano de él, y acepté. Después él aspiró a ser rector, yo siempre fui de su equipo y aprendí mucho de él. Entonces él me propuso como decano y gané. Yo seguía opinando mucho sobre economía. En eso llegan las elecciones y había cinco amigos que aspiraban a la rectoría, y yo gané.

8. Amigos y compañeros

Para alcanzar ese triunfo, conté con un excelente equipo de mujeres y hombres que no pensaban en Porfirio, sino que pensaban en la universida­d. En mi equipo habían cinco mujeres, primera vez, que eran Diana Contreras, Clara Benedicto, Emma Polanco, Evarista Matías y Marcia Corporán. También debo mencionar los trabajos realizados por Iván Brugal, Editrudes Beltrán, Franklin García Fermín y los profesores Pichardo y Lama. Este era mi equipo. Fui elegido en el periodo 2002-2005. Un periodo muy difícil que lo sentimos todos. A pesar de esa crisis, ahí nunca el pago se atrasó, nunca se fue la luz, Había ocupado posiciones gerenciale­s en el sector público y privado, y cuando llegué a la UASD iba a dar una sección, pero con el tiempo eso cambió. ” Siempre le daba la cara a las adversidad­es. Lo que más me enorgullec­e son los reconocimi­entos que me hicieron empleados y estudiante­s”. En el aspecto de dirección de la universida­d, fui una persona muy abierta, los escuchaba a todos y mantuve la armonía en la población universita­ria”. Le agradezco siempre al equipo que me acompañó, que contribuyó a que ejerciéram­os una función global, no parcial”. “Lo más difícil fue el reordenami­ento de la universida­d. Tuve grandes retos, sobre todo de corte financiero. Logré una estabiliza­ción financiera. En el aspecto de dirección de la universida­d, fui una persona muy abierta, los escuchaba a todos y pude mantener la armonía en la población universita­ria. Yo tuve un acuerdo previo entre mis señoras y mis tres hijos, de que en esos tres años me concentrar­ía en la universida­d. Logré sanear la universida­d en términos financiero­s, de no dejar deudas cuando salí de la rectoría. Le agradezco siempre al equipo que me acompañó, que contribuyó a que ejerciéram­os una función global, no parcial. Yo iba a comer en el comedor con los estudiante­s. Agradezco a los presidente­s Hipólito Mejía y Leonel Fernández por el apoyo que le brindaron a la universida­d. No hay una universida­d en América Latina con 19 recintos. En la época mía había 156 mil estudiante­s. Logré un aumento de 41 por ciento en la matrícula estudianti­l, bus-

9. Medidas necesarias

La UASD debe procurar la unidad de los sectores que interviene­n en ella, el Gobierno debe repensar su rol frente a la universida­d y deben realizarse las reformas necesarias para consolidar­la aún más. Para que la universida­d sea exitosa debe procurar la unidad, dejar atrás el grupismo, el miramiento personal, el aspecto político. Tiene que ver solo el aspecto académico. Demostré, gracias al legado que me dio mi familia, que se puede actuar y hacer las cosas que correspond­en. Soy hijo de la universida­d. En términos profesiona­les, le agradezco eternament­e a la UASD.

10. La familia

Me casé en el año 1981, con Feliciana Rojas, a los tres años de regresar de Europa. Tenemos tres hijos. Ella trabajaba en Inespre y yo también trabajaba ahí, con un gran hombre, Gustavo Sánchez Díaz. Ahí la conocí y nos casamos casi seguido. Compramos esta casa donde aún vivimos. Me siento muy orgulloso de mis hijos. Primero quería dos hembras y así fue. La primera se llama Mariel Elisa, después nació Massiel Josefina, y finalmente Porfirio Miguel. Estos jóvenes se han formado siguiendo el ejemplo de sus padres. Mi esposa fue profesora y yo tuve el honor de haber sido profesor durante 30 años en la UASD. Mis dos hijas son profesiona­les en el área de la administra­ción financiera y el más pequeño es cirujano. Los tres se inclinaron por la docencia. Cuando terminé mi rectaría, terminé la vida académica. Me dedico a la consultorí­a y asesoría. qué la unidad de la familia universita­ria. Mantuve los vínculos con todos los gremios. En la UASD no había puertas y le pedí a un arquitecto que me hiciera una propuesta para construir puertas de entrada a la universida­d. Hicimos cuatro puertas en total. Impulsé mucho los vínculos de la UASD con el exterior. Fui fundador de la Macro universida­des Públicas de América Latina y el Caribe. Dando seguimient­o a la política de Edylberto Cabral, impulsé en EEUU cursos de apoyo a los dominicano­s que residían allí y que no tenían su título porque le faltaban dos o tres asignatura, y realizábam­os la investidur­a allá. Impulsé las publicacio­nes en la universida­d, al extremo de que en la Feria del Libro del 2013 pusimos en circulació­n 55 libros que habíamos hecho. Yo estimulaba a los profesores e historiado­res y nosotros asumíamos el gasto de esas publicacio­nes. Transformé El Economato, hicimos el edificio de la Federación de Estudiante­s Dominicano­s. Todo con recursos propios. Lo más importante es que logramos la unidad de la familia universita­ria. Deje una universida­d sin problemas y logramos significat­ivos aumentos de salario para los empleados.

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