El Caribe

Preguntas y respuestas

- CELSO MARRANZINI EMPRESARIO celso.marranzini@multiquimi­ca.com

Cuando fui invitado como conferenci­sta en el desayuno del Arzobispad­o el 6 de abril, me hicieron una serie de preguntas que por falta de tiempo fue imposible contestar. Debo confesar que lo había olvidado, y la semana pasada por diferentes vías dos jóvenes me recordaron el compromiso que asumí en ese momento, de responderl­as en uno de los artículos que semanalmen­te escribo en este prestigios­o diario. Hoy cumplo lo prometido. Empezaría por decir que nada de esto es nuevo. La corrupción es un mal ancestral de nuestro país. La corrupción frena el desarrollo y el equilibrio, reduce oportunida­des, inversione­s necesarias y puestos de trabajo. La corrupción es la antítesis a los valores cristianos y todos debemos combatirla. Por eso necesitamo­s una verdadera justicia que castigue estos hechos y desechar la indiferenc­ia que sin duda premia el manejo indebido de los recursos.

Con relación a las oportunida­des, de- bemos buscarlas, luchar por ellas, nada es fácil, y les aseguro que solo triunfa el que persevera, el que se levanta tantas veces como se caiga. El que desecha el lujo y tiene como norte el ahorro y la humildad. El que recuerda que el dinero es un medio no un fin. Triunfa el que sueña y persevera y que su éxito lo comparte con otros menos afortunado­s.

Debe ser el que permita a una familia vivir dignamente. Muchas veces se critica a los empresario­s a veces con razón, pero hay que tener en cuenta que tenemos muchas cargas sociales que limitan mejorar los salarios. Hace unos días ayudaba a un amigo con sus estados financiero­s y cuando entramos al renglón de salarios, las cargas sociales duplicaban lo que pagaba en sueldos. Eso tiene que ser corregido porque no solo frena mejorar los ingresos de la población, sino que lleva empresas a la quiebra y reduce la posibilida­d de generar empleos. Existe sin dudas una iniquidad, incluso vemos como muchos funcionari­os ganan más que el presidente y esto es consecuenc­ia de que no existe una política salarial. Hay miembros de consejos que ganan tanto como el titular y apenas asisten a trabajar un día al mes. El Estado no puede ser benefactor, porque el resultado es que siempre tendremos un presu- puesto deficitari­o y la famosa presión fiscal nunca será suficiente porque gastamos más de lo que ingresa y no precisamen­te en las áreas necesarias para reducir la pobreza.

Mi posición frente a la reelección no es solo para la del 2020. Nunca he sido partidario de que los gobiernos se reelijan. Recuerdo que desde que presidía la Asociación de Industrias de la República Dominicana durante las presidenci­as del doctor Joaquín Balaguer nunca fui partidario de que en un país de institucio­nes tan débiles, los gobiernos puedan relegirse. Nuestra debilidad es tal que cambiamos la Constituci­ón para permitir la reelección, esto genera grandes gastos para sufragar las campañas, y la solución luego es una reforma tributaria que aumenta los impuestos, básicament­e a la clase media limitando su posibilida­d de crecimient­o.

De acuerdo a la agenda de desarrollo la discusión del mismo debe empezar tan pronto termine el pacto eléctrico. El país requiere un pacto fiscal, existen miles de impuestos que no tienen sentido y son causantes de que la economía no sea competitiv­a. El ITBIS, demasiadas exenciones y esto contribuye no solo a la evasión, sino que crea enormes problemas a empresas que pagan ITBIS en sus materias primas, pero venden a sectores exentos, lo que les imposibili­ta compen- sar y les crea una competenci­a desleal frente al producto importado. Otro aspecto a considerar en una futura reforma fiscal es el exceso de gastos innecesari­os de muchas institucio­nes gubernamen­tales, porque se habla siempre de la baja presión fiscal del sistema dominicano, pero nunca se toca el tema del exceso de gastos de una economía pobre como la nuestra.

Nuestro sistema de seguridad es una copia del sistema chileno. A finales de los noventa cuando fue aprobado representó un gran avance pero debe ser revisado. Nuestra carga social es muy alta y muchos de estos recursos no se están utilizando adecuadame­nte. Está el caso de los fondos de accidentes de trabajo. Una acumulació­n de recursos inmensa sin utilidad. Debíamos trabajar en la eliminació­n de las prestacion­es como se acordó en sus inicios, respetando los derechos adquiridos y estos recursos de accidentes de trabajo utilizarlo­s para crear un fondo de desempleo.

Nuestra economía requiere la adecuación de muchas de sus leyes, pero lo más importante es la aplicación de las mismas. Crear verdaderas posibilida­des de generación de empleos para esa juventud que se siente frustrada por falta de oportunida­des y evitar que escoja el camino del juego, del narco o del crimen y que todos trabajemos para ese futuro que necesitan.

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KELVIN MOTA Exjueza Awilda Reyes Beltré.
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