¡Cuidado con la higiene extrema en los niños! En su afán por proteger a los niños, los padres, los limitan de que jueguen en el piso y se ensucien por temor a que se enfermen
Actualmente, es muy común ver a muchos padres cohibir a sus hijos por ejemplo, de jugar al aire libre, porque entienden que se pueden contaminar y enfermar. Pero, por el contrario, que jueguen y se ensucien es bueno para su desarrollo, así lo explica el psiquiatra infanto-juvenil del Centro Vida y Fa- milia, Luis Isidro Ortega.“Que no se les den libertad a los niños, es un error que los padres cometen a diario en su afán de protegerlos”.
Paradójicamente, según Ortega los estudios realizados por los pediatras exponen que los niños que no son expuestos a agentes contaminantes comunes como la tierra, desarrollaron más infecciones que los que sí tuvieron contactos con ella.
Durante el contacto que tienen los niños con la suciedad se activa la defensa poco a poco del cuerpo, y cuando reciben una agresión por algún germen, ya la “memoria” de la defensa está preparada, señala el especialista. Esto es una de la razones por la que es beneficioso dejar que el niño se ensucie, pero siempre y cuando haya un cierto control del ambiente.
Ortega establece que cuando la sobreprotección es lo que predomina durante el crecimiento de los niños, éstos pueden llegar a tener una conducta de timidez, tristeza y ansiedad.
Asimismo, despiertan un miedo constante a la hora de escoger cosas nuevas o perder cosas antiguas. “Observamos una merma en la inteligencia, las funciones ejecutivas y la independencia”.
Incluso, la autoestima en los niños será baja, por lo que tendrán poca seguridad en sí mismos, creyéndose incapaz de resolver sus dificultades, por igual, le costará mucho tolerar frustraciones y no sabrán cómo valorar lo que tienen. En resumen, pueden llegar a ser personas inmaduras tanto a nivel cerebral como nivel social, expresa Ortega.
La exploración
Aunque puede ser difícil aguantar a un niño que explora, ¡explorar es bueno!, ya que también los ayuda a descubrir y a instruirse, dice Ortega. Hay que saber que