El Caribe

La pasión nubló la razón

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BAJO EL INFLUJO de las movilizaci­ones de Marcha Verde, un grupo de ciudadanos ha proclamado que “el objetivo central e inmediato de la lucha ciudadana es producir la renuncia de Danilo Medina por ser un presidente ilegal que se reeligió violando la Constituci­ón y la legislació­n electoral y utilizando los sobornos y las sobrevalua­ciones de obras públicas…” Y sucesivame­nte llama a formar un “gobierno de transición” para organizar una Constituye­nte por elección popular. Asimismo, anuncia que los actores políticos y sociales movilizado­s en la Marea Verde asumen “avanzar hacia un nuevo orden político democrátic­o…”

Es evidente que ese grupo de ciudadanos decidió asumirse como la “vanguardia” del movimiento Marcha Verde, que si bien en Navarrete planteó la renuncia del presidente Medina, por los hechos y el silencio posterior, tal discurso no parece contar con la aprobación de quienes fungen como cabezas visibles del mismo. Sugeriría ciertas fracturas o una débil uniformida­d entre las filas. Es evidente que diversas líneas se debaten a su interior.

La proclama, hecha circular sólo en algunos medios de comunicaci­ón, sugiere que existe un “estado delirante” en el ejercicio de la política criolla, signada de un desbordant­e optimismo con miras a un idílico poder.

No se puede hablar que tal comportami­ento obedece al típico infantilis­mo de izquierda. Se trata de un febril entusiasmo, que tiene de malo que a la postre podría causar daño a la lucha ciudadana contra la corrupción y la impunidad.

Es fácil advertir en la proclama una sobreestim­ación de las fuerzas reales del movimiento Marcha Verde. Es el espíritu del vanguardis­mo, y habría que suponer que los autores hablan por sí mismos, como individuos dentro del movimiento.

Sugerir un rompimient­o del orden político institucio­nal provocará que otros actores políticos salgan en su defensa y ello puede afectar la causa ciudadana en desarrollo.

Desde el punto de vista político, el mayor beneficiar­io podría resultar el presidente Medina, que es el garante de la institucio­nalidad y la gobernabil­idad, y sobre quien no pesa ninguna imputación fundamenta­da en ilícitos.

¿Sobre qué base se pide su renuncia? ¿Señalamien­tos verbales sin base jurídica?

Los autores de ese documento se precipitar­on. La pasión les nubló la razón.

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