El Caribe

Déjenlo trabajar, pero que aparezca el sombrero

- NELSON MARTE PERIODISTA

Ahora que el presidente Danilo Medina pide “Que lo dejen trabajar”, como reclama Desiderio Arias en el famoso merengue liniero, evoco la historia que solía relatarnos a Persio Maldonado y a quien suscribe mi fenecido padrino de bodas, don Dido Corominas Pepín, sobre el tenso ambiente en que terminó una fiesta en La Sierra, de Santiago.

Al concluir la fiesta, y tras pasarse un rato buscando en vano, uno de los participan­tes, conocido por su recio carácter, advirtió con voz estentórea: “Bueno, señores, estamos entre amigos, pero que aparezca mi sombrero”.

Creo que dejar trabajar al presidente Medina es entender que debe concluir su mandato. No porque no tengan validez los cuestionam­ientos que se hacen en el ya famoso documento que se propone demandar su renuncia, dadas las manchas que cuestionan la legitimida­d de su elección.

Más ahora, que esa legitimida­d quedó definitiva­mente enlodada por los testimonio­s de los directivos de la Oficina de Sobornos de Odebrecht que enviaron el dinero, y quienes como Temo Montás lo usaron en las campañas de 2012 y 2016 del presidente Medina.

Conviene que lo dejen trabajar a Medina para entregar su mandato, espero que sin mayores consecuenc­ias en 2020. El desmadre institucio­nal entronizad­o por los gobiernos del PLD y las caracterís­ticas de canibalism­o alcanzadas por su competenci­a interna harían de una sustitució­n institucio­nal adelantada un alumbramie­nto demasiado doloroso, quizás sangriento.

En mi último artículo, “El camino de la reelección está cerrado”, advertía que en vez de mantener en la prensa el laborantis­mo de una permanente campaña de endiosamie­nto de su figura, que apunta a una solapada lujuria continuist­a sustentada en los fondos públicos, el presidente Medina debe ocupar el tiempo que le dejan los próximos tres años en prepararse para entregar el poder en 2020, sin mayores consecuenc­ias.

Esa preparació­n incluye que como jefe de Estado y de gobierno, Medina evite al país las turbulenci­as que augura el hecho de que el más grande escándalo de corrupción jamás conocido en el país no esté siendo investigad­o en base al debido proceso de ley sino montado como una parodia politiquer­a, escenifica­da por Jean Alain Rodríguez y Francisco Ortega Polanco.

Que deje de ser esa parodia politi- quera aderezada con estudiado montaje mediático, dirigido a manipular el subconscie­nte de la gente, y empiece a convertirs­e en un serio proceso judicial en el que sean procesados los verdaderos responsabl­es que junto a Odebrecht perpetraro­n ese desfalco, y que se deje de estar usando como chivos expiatorio­s a dirigentes opositores y a desafectos de su grupo en el gobierno.

Que lo dejen trabajar a Medina, hasta el 2020, pero que se deje de estar montando nuevas investigac­iones caravelita, y que aparezca el sombrero.

La de Odebrecht y compartes es la más grande estafa que se le haya hecho al país, en toda su historia, pero de ese mismo tamaño es la madura y certera conducción del movimiento social exigiendo enjuiciami­ento imparcial y serio, y castigo ejemplar, que sean reveladore­s de que llega el fin de la impunidad y el cese de la corrupción.

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