El Caribe

Como debe ser

- GRECIA DE LEÓN grecia.portufamil­ia@gmail.com PSICÓLOGA

“Por favor mami, no me dejes frente al colegio, no me gusta, y eso te lo he dicho antes, así que da la vuelta y párate un poquito antes como siempre”. La madre, ya cansada de esa dinámica, explota y no hizo caso a la orden del adolescent­e y se enfrascan en una discusión, la cual espanta a la misma.

Carlos, fuera de cabales, expresa a gritos: “No voy a pasar vergüenza y que todos vean el “carrito” en el que llego todos los días, donde a la mayoría la traen en tremendas jeepetas, hasta con su chofer!”. Esta escena fue el detonante de esta madre, divorciada, con dos hijos, quien con el esfuerzo de su profesión como médico paga los estudios en este centro educativo. Ella decide buscar ayuda de un profesiona­l de la conducta. En la primera sesión no deja de llorar y narra las veces que discute con su hijo mayor por no reconocer todo lo que implica en términos económicos mantenerlo en este lugar.

En nuestra preocupaci­ón por el manejo funcional dentro de las familias dominicana­s, tratamos cada semana de presentar situacione­s a través de las cuales nuestros lectores se sientan reflejados, y este ejemplo muestra una realidad frecuente en la sociedad de hoy. Dar lo “máximo” a los hijos, haciendo grandes sacrificio­s a todos los niveles, no solamente económico, pareciera un concepto generaliza­do en los padres. Como madre de tres hijos, entiendo ese deseo de, muchas veces, dar lo que no tuviste, a veces por falta de recursos, otras tantas por las condicione­s geográfica­s de donde creciste. Sin embargo, si no se hace una evaluación exhaustiva de lo que les vas a facilitar, lograrás generar en ellos incongruen­cias y ambivalenc­ias en cuanto a la posición socioeconó­mica que pertenecen.

Es obvio que es importante darle una colocación en un buen centro, pero sin dejar pasar por alto nuestras condicione­s económicas, donde como en muchísimas familias hay que acudir a préstamos bancarios por los cuales el año completo hay un desencaje en las otras necesidade­s básicas a cumplir. Consecuenc­ias: familias distorsion­adas de su realidad, cuyos miembros crecen desadaptad­os, especialme­nte en cuanto a su condición económica y social, lo que conlleva a una permanente angustia por querer “ser” lo que no son. Empieza ya a trabajar su inteligenc­ia emocional.

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