Dominicana Limpia
ERA TIEMPO de que el gobierno nacional, conjuntamente con los municipios y la contribución del sector privado con la presencia de la Cervecería Nacional Dominicana, encararan desde una perspectiva de largo alcance, el serio problema de la recolección, disposición final y uso de los desechos.
Es quizás una de las materias más postergadas en la República, porque es parte de vida en la isla desde antes de la proclamación, sin que se haya manejado con un criterio multidimensional, ni con los actores que pudieran resultar decisivos para alcanzar los resultados deseados.
Hablamos del plan Dominicana Limpia, que persigue reorientar el rumbo que ha llevado el manejo de los desperdicios en el país, en un programa progresivo que involucrará a la totalidad de los ayuntamientos.
La cuestión no es sólo recoger basura, sino que la población comprenda lo que ello implica. Un mal manejo como viene ocurriendo es una fuente de deterioro de la calidad de vida, un factor contaminante del ambiente, de las aguas superficiales y subterráneas, y hasta el aire que respiramos.
Asimismo, el plan asumirá la basura no sólo en su lado negativo, sino como un recurso de mucho valor, sea para la agricultura, la generación eléctrica, etcétera. Es decir, que haya una política pública de manejo de desechos, tanto los más simples como los más complejos y altamente contaminantes.
La idea es que los involucrados en el tema lo asuman con entereza, desde todas las aristas y que se establezcan procedimientos funcionales para que el proyecto pueda alcanzar su objetivo.
Con Dominicana Limpia surge una nueva instancia con autoridades y servidores. Sería adecuado que no se creen mecanismos burocráticos, medios y oport unidades negadores de l as soluciones más convenientes para los munícipes.