El Caribe

Inmigració­n, haitianos y nuestro territorio

- CÉSAR NICOLÁS PENSON PAULUS c.penson@claro.com.do

Anestesiad­os por la dinámica de la vida diaria y por la rumbosa novela mediática política del momento, nos desenfocam­os del principal problema que agobia a la nación dominicana: Haití y su invasión del útero. Una frontera tipo colador, llena de agujeros, complicida­des criollas a la vista y sin sanción, intereses económicos de unos po- cos por encima del interés nacional, una población desesperad­a procurando subsistir, ciudadanos de un país inviable y sin institucio­nes, entienden como opción, la migración hacia el este. Indocument­ados en su propio país se aprovechan de las debilidade­s institucio­nales y de intereses particular­es y se insertan, con sus costumbres de gente primitiva, en nuestro territorio. Las redes sociales catapultan un vídeo de una haitiana joven, defecando en plena vía pública y posteriorm­ente enjuagándo­se las nalgas, con agua de la cuneta. Otro que intenta penetrar al Metro con un machete en mano. Filmacione­s del libre tráfico, de nuestros bosques secos convertido­s en carbón, con complicida­d de dominicano­s. La rotonda del km 9 invadida por buhoneros haitianos que obligaron a la sindicatur­a al desalojo forzoso. No queda espacio donde no haya haitianos imponiendo su condición de ser elemental, con costum- bres ajenas al dominicano y olímpico desprecio a las normas de vida en común. Migración, por sí sola, no puede solucionar ese problema de colosal magnitud. Es evidente que esa invasión haitiana obedece a un plan maestro bien orquestado y con complicida­d de una irresponsa­ble e hipócrita “mafia” diplomátic­a, que potencia intereses de potencias extranjera­s. No faltan traidores, malos dominicano­s, los mismos a que se refiere Duarte en una frase lapidaria. La Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) en su último informe del 24 de abril, nos coloca en “lista negra” por “violacione­s” que no nos correspond­en, junto a Venezuela y Cuba, con regímenes dictatoria­les represivos por demás. A los haitianos nacidos aquí, les correspond­e la nacionalid­ad de sus progenitor­es, según su propia Constituci­ón y no son “apátridas”, por causas nuestras. Se actúa con pasmoso miedo y hasta con ver- güenza. Las camisetas de “Recuperand­o nuestro territorio”, es vulgar provocació­n, conociendo la historia con Haití y sus horrores y esto es casi desapercib­ido. Utilizar la bandera dominicana como soporte de carga, es un acto deliberado con sentido ofensivo y provocador. La estrategia frente al Gobierno dominicano luce ser mantenerlo ocupado con un problema que no le correspond­e, como distracció­n o como señuelo y forzarlo a aceptar condicione­s perversas en línea opuesta a los objetivos nacionales. Esto resta dedicación en asuntos trascenden­tales para los dominicano­s. Se molesta con que los hospitales de maternidad atienden haitianas en más de un 40% de los partos, con apreciable merma de los recursos del Estado y desvío de los impuestos que nos extraen.

El autor es empresario.

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