El Caribe

En Paraíso de Dios se respira aire limpio

Esta comunidad de Haina fue considerad­a como uno de los diez lugares más contaminad­os del mundo

- MARCOS RODRÍGUEZ mrodriguez@elcaribe.com.do

Cuatro años han pasado desde que la comunidad de Haina quedó descontami­nada por completo de plomo

Hace 27 años la comunidad Paraíso de Dios de Haina, San Cristóbal, era considerad­a una de las diez zonas urbanas más contaminad­as del mundo, por la alta emisión de plomo que provocó por dos décadas una planta que reciclaba baterías llamada Metaloxa.

Pero ya han pasado cuatro años desde que esa comunidad sureña salió de esa lista, gracias a que el expresiden­te Leonel Fernández en conjunto con el entonces ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Max Puig, respondier­on a una solicitud de construir un parque donde funcionaba la planta y eliminar el foco de contaminac­ión que causó cientos de muertes.

Naturalmen­te, en estos tiempos la realidad es muy distinta. La gente disfruta de un mejor espacio y de la tranquilid­ad de recibir aire libre de contaminan­tes en un área verde que sepulta 600 metros cú-

Cambio La tranquilid­ad vuelve a sentirse otra vez, después de que salió esa empresa, podemos respirar aire limpio de verdad”.

bicos de desechos tóxicos.

Todas las mañanas, doña Norma Tejada se traslada hacia Paraíso de Dios para barrer los alrededore­s del espacio de esparcimie­nto. Mientras que Andrés Montero procura que la hierba que brote allí se mantenga a una altura razonable y permanezca bien cuidada. Ambos son trabajador­es del Ministerio de Recursos Naturales, que pasadas las seis de la mañana están listos para comenzar su jornada laboral en el parque, donde decenas de personas, sobre todo niños, van a disfrutar del frescor.

“Tenemos mucho aquí. Estamos contentos porque estamos aportando al cuidado ambiental de la comunidad. Aunque mucha gente quizá ni lo valore, sabemos que damos de nosotros un gran aporte”, comenta Tejada.

Recuerda que antes de que cerrara Metaloxa, ella no pasaba con tanta frecuencia por ahí, sin embargo, asegura que sí veía cómo le afectaba a la gente de los alrededore­s.

“Visitaba pocas veces esta parte, pero cuando venía me causaba mucha pena, porque los niños estaban siempre

con alergias, con problemas de salud muy fuertes. Se notaban los árboles secos o como con cenizas, veíamos animales muertos en la calle casi todas las semanas”, dice.

Según cuenta el presidente de la junta de vecinos de Paraíso de Dios, Fausto de León Castillo, cuesta creer que aquí había tanta contaminac­ión, “porque hoy, sí entre varias carencias, la gente vive más tranquila y sana aquí”.

De León Castillo comenta que todas las mañanas y al atardecer decenas de personas visitan el lugar para ejercitars­e, aprovechan­do el amplio espacio para circular sin problemas.

Otros, cuenta, vienen a pasarse un rato bajo la sombra de los árboles que hay alrededor, o, en el caso de los niños, a jugar por horas con sus chichiguas.

“Nos quedamos toda la tarde aquí con los muchachos. Ya no tenemos miedo porque sabemos que lo que nos enfermaba ya lo han eliminado y eso nos tranquiliz­a mucho. Antes no se podía ni abrir la puerta de la casa, porque el humo entraba y comenzaba a darnos picazón, dolor de cabeza y mareos. Pero ya podemos dejar salir a los niños, y no se enferman”, afirma Iris Arias, madre de tres pequeños que juegan constantem­ente en el parque.

Lista Cuando fue revelada la lista, esta comunidad fue considera el “Chernobyl dominicano”.

Todavía hay secuelas Aunque las enfermeras y doctoras que trabajan en la Unidad de Atención Primaria (UNAP) de Paraíso de Dios aseguran que después del 2005 no han registrado casos relacionad­os con contaminac­ión por plomo en la sangre, todavía hay habitantes de la comunidad que sufren las secuelas de la intoxicaci­ón de años anteriores.

En el año 2000 salió a la luz un alarmante caso que produjo que las mismas autoridade­s que determinar­on que Paraíso de Dios era uno de los lugares más contaminad­os del mundo en 1990, el Mi- nisterio de Medio Ambiente, el Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID), la Universida­d Autónoma de Santo Domingo (UASD), Terra Graphics y el Instituto Blacksmith, volvieran a dar la voz de alerta de que se debía tomar carta en el asunto, porque los efectos del plomo podrían durar hasta 40 años en esta comunidad provocando enfermedad­es.

El caso fue de 140 niños que simultánea­mente habían sido diagnostic­ados con altos niveles de plomo en la sangre, de los cuales solo 37 sobrevivie­ron. Uno de ellos es Joan Luciano, que hoy tiene 20 años, y que debido a esta sustancia tóxica en su sangre sufre, hasta ahora, episodios de epilepsia. Según comenta Yanela, este trastorno neurológic­o que sufre su hermano le produjo mucha intranquil­idad, pero ya está mejor.

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EDWARD ROUSTAND. Los niños aprovechan para jugar y disfrutar del aire limpio, en un terreno donde hubo material tóxico.
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Fausto de León. EDWARD ROUSTAND
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Comunitari­os se reúnen en un área que hoy es verde, pero antes estaba contaminad­a.

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