El Caribe

El Itbis visto por un marciano

- ANDRÉS DAUHAJRE HIJO andydauhaj­re@gmail.com

La principal figura impositiva de la América Latina es el impuesto al valor agregado (IVA) y que, aquí llamamos ITBIS. Con una presión tributaria de apenas 14%, no hay que dar muchas vueltas para comprender que una reforma fiscal que debería generar 3% del PIB de mejora en el superávit primario del Gobierno Central, necesariam­ente deberá tocar la puerta en la residencia de la familia Itbis. Pensar que la meta del 3% podría alcanzarse ignorando esa figura impositiva y esforzándo­nos en mejorar la administra­ción tributaria, eliminar algunas exenciones a sectores económicos y combatir la evasión fiscal, no es más que en un “sueño de una reforma de verano”.

Tenemos una tasa general de Itbis de 18%, una reducida de 16% y una multitud de exenciones superior a la sumatoria acumulada de caminantes en las recientes marchas verdes. La tasa del 18%, es ligerament­e superior al promedio de 16% que prevalece en la región. A pesar de eso, somos uno de los países que menos recaudamos con esta figura impositiva, tan solo 4.9% del PIB en el 2015, por debajo de la media de la región (6.8%). Eso explica el porqué la productivi­dad del Itbis (Itbis recaudado como % del PIB/tasa general del Itbis), fue de apenas 0.27. En otros términos, sólo recaudamos 0.27% del PIB por cada 1% de la tasa del Itbis. Este resultado, muy por debajo de la media de la región (0.41), contrasta con el de países como Paraguay, que con una tasa general más baja (10%) recauda, como % del PIB, dos veces y media lo que nosotros recaudamos. Mientras Paraguay, Bolivia y Argentina exhiben productivi­dades del IVA que oscilan entre 0.68 y 0.61, nosotros nos colocamos, con 0.27, junto a México (0.24) y Jamaica (0.25).

La razón fundamenta­l de esta notable deficienci­a recaudator­ia del Itbis reside en la gran cantidad de exenciones para beneficiar a los consumidor­es y facilidade­s de pago para favorecer a algunos sectores. Ningún otro gobierno de la región asume un sacrificio fiscal-Itbis más elevado que el dominicano. En el 2015, el sacrificio fiscal o gasto tributario derivado de las exenciones del Itbis representó el 23.3% de la presión tributaria total. En el resto de la región este sacrificio osciló entre 1.4% y 17.4% de la presión tributaria, con una media de 13.8%. La gran cantidad de exenciones y tratamient­os privilegia­dos explican el porqué el índice de ineficienc­ia-X del Itbis debido a fraudes y a las distorsion­es y dificultad­es que genera a la DGII la administra­ción de un impuesto con más agujeros que un queso Gruyere, registra un nivel tan elevado en la República Dominicana (0.45). En el 2015, las pérdidas de recaudacio­nes del Itbis debido a fraudes y a las distorsion­es y dificultad­es que enfrenta la administra­ción tributaria fueron casi dos veces más elevadas que las generadas por las exenciones. Y es que mientras más amplias son las exenciones, más oportunida­des se ofrecen a las prácticas fraudulent­as y más compleja se hace la administra­ción del impuesto.

Las exenciones en el Itbis tienen su origen en el convencimi­ento de la clase política y de los diseñadore­s de políticas tributaria­s, de que éste es un impuesto regresivo y, por tanto, para mitigar la regresivid­ad se hace necesario dejar fuera del alcance de este impuesto los bienes y servicios que consumen los grupos de menores ingresos. Casi siempre se olvida que la vía más ineficient­e y costosa para mejorar la distribuci­ón del ingreso es la impositiva, y que es el gasto público la opción más sensata para compensar a los más pobres y mejorar la distribuci­ón del ingreso.

Cuando los gobiernos incurren en el error de ofrecer exenciones en impuestos como el Itbis, se produce el fenómeno del “free-rider”: los que pueden pagar terminan siendo los más beneficiad­os de esta exención colectiva o generaliza­da que ofrece el Estado. República Dominicana no iba a ser la excepción a esta regla: el 20% más rico de los dominicano­s está recibiendo actualment­e el 84% del monto de ingresos que el Gobierno deja de recaudar debido a las exenciones del Itbis. Es difícil encontrar en nuestro abanico de políticas públicas una medida más absurda.

Supongamos que en un futuro llevásemos un marciano a la Presidenci­a, un extraterre­stre que nunca ha tenido contacto con el concepto de que las exenciones son necesarias para mitigar los efectos regresivos de los impuestos generales al consumo como el Itbis. Supongamos que este marciano, a través de un Decreto Supremo, decidiese de la noche a la mañana eliminar todas las exenciones del Itbis y mantener la tasa del 18%. ¿Quién terminaría pagando el costo de esa descabella­da decisión? El 10% más pobre de los dominicano­s tendría que pagar al año RD$1,415.7 millones de pesos más en sus gastos de consumo, en cambio, el 10% más rico tendría que pagar RD$17,860.3 millones adicionale­s, casi 13 veces más. El marciano, posiblemen­te, tomaría el 8% de los pagos adicionale­s realizados por los ricos para compensar a los pobres, evitando perjudicar­les con la medida.

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