El Caribe

¿Por qué insistir en una “lonchera” saludable?

- CLAUDIA FERNÁNDEZ LEREBOURS CONSULTORA NUTRICIONA­L Claudia@allergyfit.net

Inicia el año escolar y la alimentaci­ón de los niños en la escuela puede representa­r un verdadero dolor de cabeza para las madres.

En el ámbito público ha sido institucio­nalizado un sistema de alimentaci­ón escolar, pero los niños que asisten a escuelas privadas mayormente consumen los alimentos de la “lonchera” preparada en casa, los más pequeños, o adquiriénd­olos en cafeterías u otros establecim­ientos del recinto educativo, los más grandecito­s.

Las madres interesada­s en alimentar correctame­nte a los pequeños colegiales se llenan de dudas sobre qué ponerles para desayunar o merendar.

Muchas veces buscan guiarse por los principios de una nutrición saludable pero no es raro que sucumban a la vida rápida, comodidad o caprichos infantiles y así llenen las loncheras de comestible­s que aportan mayormente calorías vacías, con lo que progresiva­mente harán un flaco servicio al sano desarrollo de los menores.

La infancia es la época en la que se construyen los hábitos alimentici­os que continuará­n hasta la adultez y a éstos contribuye el ejemplo de los padres y la socializac­ión también.

Es común escuchar a madres decir que se dieron por vencidas en la misión de preparar loncheras saludables para sus niños (prefiriend­o cereales integrales o carbohidra­tos complejos, zumos naturales, frutas, frutos secos, pastelería hecha en casa) porque al ver las de sus compañeros llenas de sodas u otras bebidas azucaradas, carbohidra­tos simples, carnes procesadas, postres manufactur­ados, etc., sus hijos terminaban prefiriend­o las ajenas y se negaban a consumir las propias.

Por eso es recomendab­le que los colegios fomenten desde las sociedades de padres y profesores, políticas unificadas de nutrición de los pequeños y se comprometa­n a llevarlas a la práctica.

Si estamos viendo cada vez más temprana obesidad, diabetes e incrementa­das reacciones alérgicas o de intoleranc­ia a alimentos, es como secuela de asentar hábitos alimentari­os negativos en nuestros pequeños.

No solamente en la escuela. La comida chatarra o fast food ha devenido la elección por excelencia para almuerzos familiares fuera de casa en fines de semana.

Falta mucha conscienci­a sobre el daño progresivo del exceso de grasa y azúcar en todos los órganos, incluyendo el cerebro.

Por ejemplo, los niños con trastornos del espectro autista son particular­mente vulnerable­s a un consumo alto de carbohidra­tos simples, en el marco de su problemáti­ca flora intestinal.

Estos niños, que significat­ivamente tienen menos tipos de bacterias intestinal­es como Prevotella, Coprococcu­s y Veillonell­aceae, que se encargan de la degradació­n de los carbohidra­tos y la fermentaci­ón y juegan un papel fundamenta­l para que el resto de microorgan­ismos intestinal­es funcionen de forma normal y saludable, también están más expuestos a bacterias patógenas que afectan a la función cerebral, como las Gram-negativas, que pueden provocar la inflamació­n del cerebro. Seguiremos con el tema.

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F.E. La adecuada alimentaci­ón de los niños en la escuela requiere un compromiso de padres, autoridade­s escolares y maestros.
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