El Caribe

Obediencia legal... la verdad flota

- CARLOS NINA GÓMEZ carlosnina­gomez@yahoo.com

“La verdad flota como el corcho”. Es un pensamient­o irrebatibl­e el cual, aunque a quienes quieren denegarlo no les guste, debe ser aceptarlo como válido. Y confieso que la primera vez que supe de esa frase, ocurrió en mi lectura del libro Emilio El Limpiabota­s, escrito por el veterano médico dominicano Carracciol­o Vargas Genao.

Es una obra interesant­e, de una lectura fresca y con una fina prosa, la que resalta -de manera concreta y sencilla- básicament­e las condicione­s del ser humano.

La moraleja que encierra esa frase es bien clara. Si usted coloca un corcho en la superficie de una ponchera llena de agua, ese objeto se queda flotando. No se hunde. No se oculta, porque no va al fondo del recipiente en el que ha sido insertado.

Es como la verdad, que no se puede ocultar porque sencillame­nte sigue flotando. Lo mismo ocurre con el corcho que no se va al fondo aunque un torrente de agua lo quiera hundir.

En el anterior artículo escribí, y lo hice fundamenta­do en mi condición de periodista objetivo, sin aplicar una opinión dirigida para favorecer a ningún ente político del país -tampoco al Gobierno-, que el criterio de un grupo de intelectua­les que consiste en solicitarl­e al presidente de la República Danilo Medina su renuncia del poder, no se justifica .

Es un criterio que, aunque esos respetable­s intelectua­les entienden que el mandatario debe poner su renuncia “debido a la crisis que vive el país producto de los graves problemas ocasionado­s por el soborno a funcionari­os públicos y contratist­as privados patrocinad­os por la empresa brasileña Odebrecht”, no tiene un argumento legal.

Ese pedimento, que lo califiqué como un disparate, desobedece a la Constituci­ón de la República y a sus leyes adjetivas.

El artículo 73 de la Constituci­ón de la República refiere, de manera taxativa, que “son nulos de pleno derecho los actos emanados de autoridad usurpada, las acciones o decisiones de los poderes públicos, institucio­nes o personas que alteren o subviertan el orden constituci­onal y toda decisión acordada por requisició­n de fuerza armada”.

Algunos lectores, en reacción a mi artículo del pasado viernes, me acusaron de estar “vendido” al Gobierno.

Pero, no tienen argumentos. Es una crítica sin ninguna base. Ratifico mi criterio basado en la objetivida­d periodísti­ca.

Es mi opinión ratificada en la verdad. ¡En la verdad que siempre flota como el corcho!

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