El Caribe

La Justicia no puede esperar

- JAVIER CABREJA javiercabr­eja@yahoo.com

Las señales recibidas por la sociedad dominicana sobre el deterioro del sistema judicial son diversas y preocupant­es. Tras el proceso de reformas inconclusa­s y el retroceso que significó la elección de la Suprema Corte de Justicia en el año 2011, la crisis se ha agravado. Las primeras señales indi- caban que a pesar de los cambios, el acceso a la justicia seguía siendo muy difícil para los sectores más empobrecid­os y que la desigualda­d en la aplicación de justicia, se evidenciab­a en la existencia de una justicia penal solo para aquellos que no tienen dinero. El problema es aún mayor, pues la Justicia dominicana nunca ha dejado de ser lenta y costosa.

Con el paso del tiempo continuaro­n otras señales, como la captura del sistema por parte de la política partidaria, revirtiend­o de esta manera el propósito original de las reformas: instaurar una justicia independie­nte. Esto creó las condicione­s propicias para generar un clima de impunidad frente a la corrupción pública y privada. A lo anterior se suma el hecho de que tribunales y fiscalías han sido penetrados por la corrupción; lo que pone en riesgo la seguridad pública de los dominicano­s. La trama para escapar de las cárceles dominicana­s, armada por un condenado a 20 años por asesinato (caso Quirinito), es una prueba más de lo mal que anda la justicia.

Otras señales están asociadas a la insegurida­d jurídica para la inversión internacio­nal en nuestro país. Por otro lado, recienteme­nte un conjunto de jueces realizaron una movilizaci­ón nacional denunciand­o la manera equivocada en que ha venido actuando en Consejo del Poder Judicial en la suspensión de magistrado­s acusados de alguna falta, sin llevar a cabo el debido proceso. Esto revela la existencia de un malestar a lo interno del Poder Judicial. Es por esto que decimos que los cambios en la justicia dominicana no pueden esperar. Una de las prioridade­s en materia institucio­nal debe ser el fortalecim­iento del sistema judicial y la recuperaci­ón de su credibilid­ad ante la ciudadanía.

El fortalecim­iento del sistema supone lograr una justicia independie­nte tanto a lo interno, como de otros poderes del Estado y de grupos económicos. Se requiere establecer mecanismos de control y fiscalizac­ión, así como de rendición de cuentas, que impidan que el sistema se convierta en un mercado judicial donde se compran y se venden fallos al mejor postor. Es necesario a su vez, avanzar hacia una mayor eficiencia del sistema judicial y mejorar el acceso de los ciudadanos a los servicios judiciales. Esto último está estrechame­nte vinculado a una mayor inversión del presupuest­o en este sector.

El autor es economista.

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