El Caribe

Sobre la poliomieli­tis (dedicado a Doña Mary Pérez de Marranzini)

- DR. HERBERT STERN

La vigilancia sobre el polio se inició en nuestro país en el 1940. Durante los años 1940 al 1958, se reportaron pocos casos, que no llegaban a un caso por 100,000 habitantes. De todos modos, en América se presentaba­n casos periódicam­ente, y por esa razón el Gobierno de los Estados Unidos entregó en mayo del 1955 la fórmula para preparar la vacuna de Salk para la prevención de la Polio. Sin embargo, en el 1959, se presentó una importante epidemia, que se extendió por todo el país, sobre todo afectando la ciudad capital y Santiago de los Caballeros. Relata el doctor Rafael Miranda que se presentaro­n todas las formas clínicas de la enfermedad, que tuvo baja mortalidad, pero alta morbilidad. La alarma en el país produjo que se agotaran las existencia­s de la vacuna de Salk.

Se estableció una unidad especial en el Hospital Dr. Francisco Moscoso Puello, dirigido por el doctor Victor Pichardo. En ese centro, se internaron cerca de 300 pacientes, que fueron vigilados con esmero por el personal médico y paramédico de ese hospital. También, vinieron, desde Minneapoli­s, el doctor Richard Railly y las enfermeras Francisca de los Santos y Florence Douglas. La Asociación Médica Dominicana, dirigida por el doctor Manuel Saladín, jugó un gran papel en el manejo de esa epidemia.

A raíz de esa epidemia, y de acuerdo a la página de l a As o c i a c i ó n de Rehabilita­ción,“la señora Mary Pérez de Marranzini, y un grupo de hombres y mujeres apasionado­s del don de servir, gestaban la creación de la Asociación ProRehabil­itación de Lisiados, la cual quedó formalment­e instituida en 1963, por el decreto del Poder Ejecutivo No. 126, del 20 de abril de ese año. La razón que lleva a Pérez de Marranzini a luchar por la erradicaci­ón de la poliomieli­tis y su gran epidemia en República Dominicana (1959), es que su hijo Celso Marranzini, fue uno de los afectados por la enfermedad. Dicen que el amor de una madre es capaz de mover montañas, y fue así como tras una charla de la señora de Marranzini en el Club Rotario Santo Domingo, se ofreció el empuje necesario para que se crearan las condicione­s para el comienzo de este gran proyecto.” Al 2017, la Asociación Dominicana de Rehabilita­ción ha crecido de forma continua, ofreciendo sus servicios en todo el país a una gran cantidad de pacientes, y su desempeño es un enorme logro de los domini- canos y de Doña Mary en particular, ya que han escrito una de las páginas más sobresalie­ntes de nuestra medicina.

El bautizo de fuego de la Asociación fue en el 1963, cuando una nueva epidemia produjo más de 400 niños afectados.

El papel de la asociación en ese momento fue crucial, y como consecuenc­ia el Gobierno dominicano donó los terrenos donde actualment­e se encuentra la sede principal. En mayo del 1980, la división de Epidemiolo­gía de la Secretaría de Salud Pública alertaba sobre una probable epidemia de polio en Azua, que se extendió por el país. Esta epidemia tuvo una mortalidad de 3.9 por ciento de los casos. Esa epidemia motivó que se revisara la estrategia de vacunación; y en 1982, cuando asumió el cargo de secretario de Salud Pública, el doctor Amiro Pérez Mera, desarrolló un plan de vacunación puerta a puerta, que con el apoyo de la ADR, de los clubes rotarios, de las Fuerzas Armadas, consiguier­on vacunar a toda la población y erradicar en ese momento el polio en nuestro país. El doctor Albert Sabin, creador de la vacuna oral contra la Polio, decía en una carta al Dr. Pérez Mera, que en nuestro país “se había conseguido una meta que parecía imposible”.

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F.E. Mary Pérez de Marranzini, y un grupo de hombres y mujeres apasionado­s del don de servir, gestaban la creación de la Asociación Pro-Rehabilita­ción de Lisiados.

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