El Caribe

Hacia el Pacto Fiscal

- CELSO MARRANZINI EMPRESARIO celso.marranzini@multiquimi­ca.com

Terminados los pactos de la educación y el eléctrico, nos toca abocarnos al pacto fiscal. Hay que reconocer el gran esfuerzo para llegar a un consenso en un tema difícil, estudiado y analizado mil veces, como el tema eléctrico, donde convergen múltiples intereses públicos y privados, que han evitado solucionar el tema en nuestro país y que inciden en el presupuest­o de la nación, con los necesarios subsidios, resultado de que muchos usuarios no pagan el servicio.

Fruto del pacto logrado por la educación, miles de aulas han sido construida­s en los últimos cinco años, se ha extendido la tanda y se ofrecen almuerzos y meriendas que alivian el presupuest­o familiar. Ahora tenemos por delante utilizar los inmensos recursos destinados a la educación a la calidad.

No podemos aumentar salarios por huelgas, estos tienen que ser el resultado de profesores capaces y comprometi­dos, de lo contrario seguiremos ocupando los últimos lugares en las diferentes mediciones regionales y peor aún, nuestra capacidad de competir con países similares será cada vez más difícil.

El pacto fiscal es tarea difícil, que no sólo tendremos diferencia­s con las autoridade­s económicas, sino que también se generan puntos encontrado­s entre los propios sectores empresaria­les.

No faltarán artículos que critiquen las exenciones, otros que las defiendan y ambos con argumentos que pueden tener razón de ambos lados.

El tema del gasto y de la presión fiscal serán temas centrales. Muchos alegan que el país tiene una presión fiscal muy baja y si la vemos como promedio no dejan de tener razón. Sin embargo, el problema es más complejo, pues hay sectores que la presión llega a un treinta y tres por ciento y que aumentar más los impuestos simplement­e los sacaría del mercado contra las importacio­nes, que muchas, fruto de tratados, no pagan arancel y provienen de países más eficientes que nosotros.

El tema de las importacio­nes libre de impuestos hasta doscientos dólares se ha convertido en un barril sin fondo, desvirtuan­do su intención original y que pronto la pérdida en ingresos para el Estado será mayor de diez mil millones de pesos, será otro tema a discutir.

Muchos se opondrán a nuevos impuestos con argumentos como que los mismos serán para importar vehículos de lujo sin impuestos, o para invertir mil doscientos millones en canastas y juguetes, que bien podrían invertirse en salud, infraestru­ctura o en otra Barquita, una de las obras que personalme­nte he admirado más de este gobierno. A la vez, el tema del gasto será fundamenta­l definirlo.

El ITBIS deberá ser universali­zado para evitar la evasión que genera que unos productos paguen y otros no. Bien po- De los tres pactos, el fiscal, es sin lugar a dudas el de mayor transcende­ncia. Pues el éxito de los dos anteriores, educación y energía, depende de este, como lo son salud, vivienda e infraestru­ctura”.

dríamos tener un ITBIS diferencia­do para no afectar productos básicos y a la vez reducir la tasa del diez y ocho que resulta ser una de las mayores del área.

El tema del endeudamie­nto externo será central en la discusión de la reforma fiscal. Pedro Brache, presidente del Conep, decía, con razón, que mientras tengamos capacidad de pago no hay mayores problemas. Ernesto Selman se refería que sólo estamos detrás de Brasil en cuanto al por ciento que destinamos del presupuest­o para el pago de la deuda.

Endeudarse no es malo, lo hacemos los empresario­s, lo fundamenta­l es para qué nos endeudamos. ¿Para inversione­s de capital o para gastos corrientes? La reforma tendrá que tomar en cuenta el tope de endeudamie­nto para evitar destinar recursos en exceso al pago de la misma.

No estarán exentos los temas de la evasión y la corrupción. Ambos son de vital importanci­a, ambos afectan el desarrollo del país y constituye­n un crimen con la población pobre del país.

Como país nos califican que sólo México es más corrupto que nosotros. Realmente no sé si los datos son ciertos o no. Pero mi pregunta fundamenta­l es ¿dónde están las comisiones de veedores que con tanto acierto designó el gobierno desde el primer día? ¿Cuál es la responsabi­lidad de los que aceptaron esas importante­s asignacion­es? Porque definitiva­mente no todo puede ser achacado al gobierno, precisamen­te fueron designados como una ayuda para transparen­tar las operacione­s de las diferentes institucio­nes del país que manejan recursos.

Recienteme­nte, hemos leído por la prensa las acusacione­s a los funcionari­os de la OMSA, las cuales aún tienen que ser dilucidada­s en la justicia, porque todos somos inocentes hasta prueba en contrario. Sin embargo, me hubiese gustado oír las opiniones de la comisión de veedores de esta institució­n, si es que existe y cómo actuaron frente a las denuncias que la prensa ha reportado. Porque un pacto fiscal tiene que tomar muy en cuenta cómo se gastan los recursos y qué destino se les da a los mismos.

De los tres pactos, el fiscal, es sin lugar a dudas el de mayor transcende­ncia. Pues el éxito de los dos anteriores, educación y energía, depende de este, como lo son salud, vivienda e infraestru­ctura.

Nuestro deseo, como el del gobierno y la mayoría de los dominicano­s es que el resultado, sea un instrument­o de desarrollo que mitigue la pobreza, cree una estructura de impuestos más racional y nos relance como nación, para variar los índices en que fallamos y mejorar aún más en los que sobresalim­os.

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