El Caribe

El drama de los cementerio­s

- NELSON ENCARNACIÓ­N nelsonenca­r10@gmail.com

Hace unos cinco o seis años escribí sobre el tema de los cementerio­s y el drama que representa la inhumación de un ser querido, cuyo cuya familia se ve precisada a destruir a martillazo­s el ataúd para evitar la profanació­n por delincuent­es para robarlo.

Desconozco si la práctica se sigue al menos en los camposanto­s de la capital de la República, que eran los lugares donde esa terrible decisión se adoptaba.

En la ocasión propuse la creación de una Dirección Nacional de Cementerio­s que asumiera el control de esos lugares destinados al descanso de los fallecidos, y ante la deserción palpable de las responsabi­lidades que competen a los Ayuntamien­tos.

Decía entonces, y sostengo ahora, que un organismo de esa naturaleza sería bien recibido por todos los dominicano­s, sin importar que los cabildos argumentar­an que se les despoja de sus competenci­as, pues precisamen­te se justificar­ía en razón de la falta incompeten­cia de las corporacio­nes municipale­s.

Sin embargo, esa idea ni siquiera fue vista por quienes tienen la responsabi­lidad de, por lo menos, preocupars­e de que el lugar destinado al descanso eterno esté rodeado de un mínimo de solemnidad y respeto.

He querido volver sobre el tema, esta vez para referirme a un caso muy específico, pero que ilustra la generalida­d de los cementerio­s. Me refiero al camposanto del municipio de Oviedo, un lugar notoriamen­te descuidado, donde la maleza cubre las tumbas y el camino que conduce allí es un puro desastre.

Es evidente que el Ayuntamien­to local hace muy poco—si algo hace—para darle dignidad a un lugar que merece las mayores atenciones, no para complacer a los muertos, que en definitiva ya no pueden enterarse, sino para demostrar que tenemos respeto por sus memorias.

Los europeos tienen acuñada una premisa muy sencilla pero aleccionad­ora, respecto del comportami­ento de una sociedad, y la ilustran con el cementerio, el sanitario y la escuela.

Una sociedad que no cuida el cementerio, no tiene respeto por el pasado; si descuida el sanitario, no le importa su presente, y si no valora la escuela es porque desdeña el futuro.

Percibo que quienes dirigen el Ayuntamien­to de Oviedo tienen un pésimo sentido del pasado. Ellos y los demás cabildos del país asumen los cementerio­s como lugares sin dolientes, quizá porque los difuntos ya no pueden votar en las elecciones.

Resulta muy doloroso abordar este tema, pero me impactó tremendame­nte el descuido en que el cabildo de Oviedo tiene el cementerio donde descansan los seres queridos, en nuestro caso, mi padre, mi madre y mi hermano mayor.

Si estuviese a mi alcance, en lugar de estas líneas estaría tomando acciones concretas. Pero sólo tengo este recurso. El autor es periodista.

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