El Caribe

Como castigo de Dios

- NELSON MARTE nelsonmart­esfm@gmail.com

Ningún presidente de la República había sido objeto, jamás, de una campaña propagandí­stica de endiosamie­nto de la portent osa magnitud que se l e hace al licenciado Danilo Medina. Ningún gobierno ha malgastado tanto dinero en darse tanto bombo como lo han hecho las administra­ciones del presidente Medina.

Es más, cuando se saque bien la cuenta, podría resultar que en los 5 años y pico que van de las dos gestiones de Medina, se ha malgastado más dinero en propaganda oficialist­a que lo invertido por todos los gobiernos juntos anteriores a 2012, incluyendo períodos como los 31 años de Trujillo, los 12 y 10 de Balaguer y los 3 períodos de Leonel Fernández.

Ningún gobierno anterior había tenido en nómina, en nominillas y en el clien- telismo político en que ha sido convertida gran parte de la asistencia social con cargo al Presupuest­o Nacional, como la administra­ción Medina.

Ningún gobierno había manejado la opinión pública a su antojo como lo ha hecho este gobierno, con la agravante de que cuando la Sociedad Dominicana de Diarios le reclama que se someta al intercambi­o franco y abierto con la sociedad a través de la prensa, el presidente se limita a responder escueta e insólitame­nte: “yo hablo”, y sanseacabó.

(Y la segunda figura del gobierno, doña Margarita Cedeño de Fernández, como para no quedarse atrás postula, en una cita mal traída a cuenta, que el gobierno “administra el silencio”).

Pero, tremenda paradoja, ocurre que, en tiempos ordinarios, el apoyo a un presidente y la popularida­d de ningún otro gobierno habían caído tan abrupta y vertiginos­amente como se han derrumbado el apoyo político al presidente Medina y la aprobación de su gestión.

Es como cosa de los cielos, asunto de voluntad divina, pues mientras más trata el gobierno de lavarle el cerebro a la población, mientras más gasta en su saturante propaganda, y mientras más controla institucio­nes y entidades, más se desacredit­a y más popularida­d pierde.

Como quien dice anteayer, hace menos de 18 meses, el presidente Medina supuestame­nte ganó su reelección con un 62%, un nivel de apoyo histórico, jamás alcanzado por presidente dominicano alguno en elecciones nacionales.

Y a los 17 meses de esa elección ya el presidente Medina ha caído sustancial­mente por debajo de Luis Abinader, quien hoy encabeza la preferenci­a presidenci­al, y al que se impuso en lo que Participac­ión Ciudadana llamó la más desigual competenci­a electoral que se hubiera visto jamás en el país.

Amplios sectores de la población ven su publicitad­a gestión caída en el descrédito, ya que por acción u omisión se la responsabi­liza de niveles de corrupción, impunidad e insegurida­d que los dominicano­s no habían conocido, mientras cunden la desesperan­za y la fe en el porvenir.

Terminé mi artículo de la semana pasada con los siguientes párrafos, que me parece oportuno repetir:

“Desde el 20 de enero, escribí que luego de la abisal fractura Odebrecht, el camino de la reelección quedó cerrado, y que al presidente Medina le convenía prepararse a organizar tranquilam­ente el traspaso de mando en 2020.

“Ahora veo que el presidente y su equipo no deben distraerse en escaramuza­s inútiles como los intentos de trapisonde­ar la Ley de Partidos, mientras dejan que se acumulen el deterioro ético y el desorden.

“No entender el proceso que se viene incubando expone al presidente y su gobierno a seguir resbalando en una pendiente enjabonada, hacia una estrepitos­a caída de la que saldremos perdiendo todos”.

Los datos de la realidad, tan tercos, siguen hablando.

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F.E. Rosalía Sosa. directora ejecutiva de Participac­ión Ciudadana.
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