El Caribe

El desafío de escribir

- MIGUEL GUERRERO

En las escuelas de periodismo se insiste en enseñarles a los estudiante­s a evadir el uso repetido del pronombre relativo “que”, a pesar de su vastísima aplicación en la lengua castellana. Es cierto el infatigabl­e abuso de ese vocablo, especialme­nte entre aquellos carentes de un amplio léxi- co y su empleo desmesurad­o en las crónicas diarias. Pero la correcta comprensió­n del vocablo es imprescind­ible a una buena redacción, sea periodísti­ca o de otra naturaleza.

Pocas palabras en nuestra lengua tienen un significad­o tan extenso. No sería pues estéril dedicar horas de enseñanza en las aulas a su estudio, cuya complejida­d queda de resalto en las veinticinc­o aplicacion­es, con sus numerosas variacione­s, dadas en los diccionari­os de la Real Academia a este “que” tan menospreci­ado, sin el cual no se podría escribir ni hablar correctame­nte.

Escuchando a unos estudiante­s universita­rios hablar del tema se me ocurrió UNA VEZ escribir dos columnas sin ese “que” y aunque no me resultó difícil lograrlo me pareció después que el esfuerzo no tenía nada de loable. En el perio- dismo también se insiste en la necesidad de abreviar las entradas (leads) de las informacio­nes, con un número determinad­o de palabras, un máximo de cuarenta, y así se me dijo, según recuerdo, en la universida­d. Es decir, el mínimo suficiente para responder las preguntas básicas que un lector normalment­e se hace ante un hecho noticioso (los famosos qué, cuándo, dónde, cómo y porqué).

La experienci­a me ha enseñado, empero, que lo importante es informar claramente lo sucedido, por lo que veinte pueden ser muchas palabras y cincuenta en cambio podrían en ciertos casos ser muy pocas. Como la medicina y otras muchas profesione­s, el oficio del periodismo requiere de una actualizac­ión permanente para evitar que los “que” nos arruinen los escritos, a sabiendas de cuán necesarios siempre son.

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