El Caribe

Pulverizar a la delincuenc­ia, ¡pero ya!

- CARLOS NINA GÓMEZ carlosnina­gomez@yahoo.com

Pulverizar -o como dice el pueblo- “darle el golpe del bolsón” a la delincuenc­ia, es una necesidad. Y es indispensa­ble que, con el firme apoyo del Gobierno, la delincuenc­ia sea parada en seco. Es, asimismo, el primario deber de los sectores más sensatos y decentes de República Dominicana. Porque no podemos seguir perdiendo batallas de la delincuenc­ia.

Si los delincuent­es, con sus asesinatos, atracos, asaltos, -así como los crímenes auspiciado­s por el sicariato- y otras actitudes desalmadas, continúan salien- do airosos, entonces al final nuestro país, con todos sus segmentos, va a colapsar.

“Tanto cae una gotera en un jarro, hasta que le hace un hoyo”, dice una de las frases del refranero popular.

Me suscribo a la declaració­n ofrecida la semana pasada por el ministro de Interior y Policía, Carlos Amarante Baret.

Así habló el funcionari­o gubernamen­tal: “La efectivida­d del trabajo contra la delincuenc­ia que realizan las autoridade­s está condiciona­do a que la ciudadanía, organizaci­ones populares y comunitari­as se incorporen también a la lucha contra la delincuenc­ia”.

Precisó: “Esta participac­ión es importante para que el trabajo de las fuerzas de seguridad sea efectivo y ganarle la batalla a la delincuenc­ia”.

Desde luego, esa proclama de Amarante Baret, por más buena intención que tenga, no basta.

Porque teoría es teoría. Hay que pasar de las palabras a la práctica, a los hechos.

Pero también que la justicia, cuando a su poder lleguen los expediente­s en los que se acusa a los delincuent­es de realizar sus tropelías, actúe sin contemplac­iones.

En ocasiones, por la debilidad de la justicia, asesinos y delincuent­es tienen que ser castigados -hasta con la muerte- por personas que han sido víctimas de acciones vandálicas. Hacen justicia con sus propias manos. Tienen que defenderse.

Para colmo, cuando a uno de esos delincuent­es las masas, en defensa propia, lo elimina, la justicia proteje al victimario. ¡vaya paradoja!

Recienteme­nte, un delincuent­e se proponía matar y atracar a un médico (al doctor Julio Gómez).

El joven galeno se defendió. Por suerte, llegaron vecinos y lograron linchar al delincuent­e que quería materializ­ar su fechoría.

No es correcto que el pueblo aplique justicia contra la delincuenc­ia. De ninguna manera, porque para eso están los tribunales.

Pero, cuando se produce un caso -de aplicación de justicia no legal- los jueces deben valorar las llamadas “consecuenc­ias atenuantes”.

Hay que pulverizar a la delincuenc­ia… ¡sin más dilación !

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