El Caribe

Ve urgente pensar en el impacto de la educación

María Teresa Cabrera MAESTRA Su pasión por el magisterio la llevó a presidir la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), donde luchó por mejorar el impacto social de la educación

- MARCOS RODRÍGUEZ FOTO: EDWARD ROUSTAND

La profesora María Teresa Cabrera habla sobre su pasión por el magisterio y su lucha por mejorar la calidad de la educación

Desde muy pequeña supo que su futuro estaría ligado a la educación, y tras 36 años de experienci­a en las aulas, sigue convencida de que ser maestra es lo mejor que le ha pasado. María Teresa Cabrera nos cuenta cómo tuvo que luchar contra la sobreprote­cción de su padre, que por mucho tiempo frenó sus aspiracion­es de estudiar, y cómo tuvo que romper las barreras que tenía como mujer en esa época representa­n su mayor logro hasta ahora.

Con 18 hermanos, y orgullosam­ente campesina, Cabrera señala que su pasión por educar se acrecentó al obtener su primer trabajo, en la comunidad de Sabaneta, donde a la vez reconoció su espíritu de lucha por las causas sociales, especialme­nte aquellas enfocadas en mejorar la vida del docente.

Aunque contenta con su trayectori­a, especialme­nte por su labor frente a la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), considera que el país está ante un panorama desafiante a nivel magisteria­l, por lo que sugiere repensar el encargo social de la educación.

1. “Soy campesina neta”

Nací en La Vega, en la comunidad de Sabana Rey, que hace frontera con San Francisco de Macorís. Mis pa-

dres son Ventura Cabrera y Genara Ulloa, que tuvieron 18 hijos, de los cuales soy la sexta. Puedo decir que soy campesina neta, porque mi mamá no fue a hospital a parir, sino que una comadrona hizo las labores de parto.

2. Limitacion­es en la infancia

Nos criamos en medio de muchas limitacion­es, aunque la tierra en la que vivíamos era fértil, y gran parte de la gente se dedicaba a la producción agropecuar­ia. Pero aun así, teníamos una de las limitacion­es más grandes: falta de educación de calidad. Para ese entonces la única escuela que había ahí solo llegaba a sexto curso.

3. Batalló para estudiar

Yo quería estudiar, ese era mi principal objetivo. Pero me enfrentaba a la sobreprote­cción de mi papá, embriagado de esa cultura patriarcal. Luego de terminar el sexto curso, tuve que ser persistent­e para que él me dejara estudiar. Incluso, afirmaba que si no estudiaba no me iba a casar, y tras mucha insistenci­a, logré inscribirm­e en la Escuela Radiofónic­a Santa María, donde hice el séptimo y el octavo grado. Mi papá entendió poco a poco mis aspiracion­es. Pero, sin duda, gané la batalla cuando terminé la primaria, pero con el reto de continuar a la secundaria. Tras mucha lucha, entré al Colegio San Luis, en Cenoví.

4. Educación para el magisterio

El momento más duro fue cuando decidí ir a la universida­d para completar mi formación. Naturalmen­te, mi papá se opuso, temía perderme, porque él decía que yo le había traído suerte. Sin embargo, decidí irme a Santiago. Al principio, resolví tomar sin permiso de mi papá el examen de admisión que daban en las escuelas normales para hacer la lista que iban a aceptar para estudiar magisterio, y después que me llamaron fue que se lo comenté a él. Tras decirle la oportunida­d que yo tenía al haber sido selecciona­da para estudiar a nivel superior, él aceptó a regañadien­tes. Entonces me fui a estudiar en la Escuela Normal Emilio Prud’Homme, en la que terminé en el 1981, con 19 años, fecha en la que inicio mi jornada como maestra.

5. “Estoy frente a una educadora...”

Cuando me gradué de la escuela normal, pedí una cita con el director regional de entonces, llamado Arnaldo Peña, para entregarle mi currículo y así trabajar. Recuerdo que cuando fui a la entrevista, me senté justo frente a la oficina del director, y llevaba puesta una falda plisada marrón y una blusa azul. “No me tiene que explicar nada, estoy frente a una educadora”, fueron las palabras de Peña al verme allí sentada. Eso me impresionó mucho. Fue una de las experienci­as que más me ha motivado y marcado.

6. Su mayor satisfacci­ón

Sin dudas, estudiar fue mi mayor sueño y mi mayor satisfacci­ón. Aunque debo decir que he tenido muchas alegrías, pues en cada desafío que logro superar vivo una satisfacci­ón. Cuando logré estudiar y hacer que mi papá aceptara que, por ser hembra, no me iba a pasar nada, me hizo feliz. He logrado ser parte de los logros de distintos colectivos en los que he participad­o, en mi vida laboral, cada vez que he podido ayudar a un estudiante, a cualquier persona que me necesite. Nada me causa tanta felicidad.

7. Primer trabajo

Comencé a trabajar en Sabaneta, donde encontré una escuela armónica y una directora eficiente; una verdadera educadora. Pero sobre todo encontré allí gente que asumió el magisterio con mucha vocación, y fue muy interesant­e, porque me acogieron y al mes ya era presidenta del Comité de Base de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP). Mi primer acercamien­to a la ADP fue a temprana edad. Ya siendo estudiante participé en el proceso de una lucha que libró esta institució­n en los 80. Luego fui electa como parte de una plancha a nivel municipal, después fui la primera mujer presidenta de la seccional en La Vega, en dos períodos consecutiv­os. Después entré al Comité Ejecutivo Nacional, y compartía la condición de miembro del ejecutivo con la de presidenta del Sindicato Seccional de mi provincia. Fuimos creciendo y ganando terreno en el magisterio, y en la opinión pública. En diciembre del 2006 obtuvimos la presidenci­a de la ADP, y allí duramos el período que establece la normativa, sin aspirar a más. Actualment­e, el sector tiene serios desafíos, entre los cuales se podrían citar la formación tan desenfocad­a de la realidad que se imparte en muchas escuelas, las debilidade­s a nivel de calidad, la falta de una enseñanza más integral y que empodere a los alumnos y alumnas. Por eso, repensar el encargo social de la educación es una urgencia, eso mejorará en gran medida la situación.

8. Experienci­a que la marcó

Cuando comencé a trabajar en las aulas, recuerdo que tenía un curso con 59 estudiante­s de seis años, en primero de básica. Allí los primeros tres meses me había sentido satisfecha con el aprendizaj­e de los niños, pero había algo que me inquietaba, y era que había una niña que estaba muy atrasada en comparació­n con los demás. En una ocasión, vi que esa pequeña estaba llorando, y me le acerqué. Me dijo que tenía un dolor en su estómago, pero pensé que se trataba de una manipulaci­ón para irse, y le dije que a lo mejor necesitaba un beso y un abrazo de la maestra, y así lo hice. Sin embargo, tras alejarme por unos minutos, noté que la niña seguía llorando. Me acerqué otra vez, y le pregunté que si todavía tenía el dolor. Ella, con sus lágrimas y casi temblando, me dijo que sí. Le pregunté si había comido antes de salir de su casa, pero su respuesta me devastó y me hizo llorar por un buen rato. “En mi casa no cocinan todos los días”, me dijo sin dejar de llorar. La llevé a la dirección y hablé con la directora para salir unos minutos de la escuela e ir a la casa de esa niña para ver las condicione­s en las que vivía, y aunque la directora al principio no quería, luego aceptó y fui. Allí encontré la escena más desoladora, una situación de pobreza extrema: una mujer soltera con 7 hijos, que se dedicaba a recoger cosas en la calle, y que conseguía solo de vez en cuando.

9. Primer vínculo con la lucha social

Mi pasión por la lucha social comenzó cuando conecté con la pastoral juvenil, donde se fomentaba el pensamient­o crítico. El grupo en el cual me inicié fue el Club Juvenil Nuevo Renacer, y desde ese espacio comenzamos a luchar para que en Sabana Rey se crearan las condicione­s que hicieran vivible la comunidad. Luchamos para que se hiciera una escuela que llegara hasta octavo grado y se construyer­a la carretera, luego fuimos ampliando las demandas. Todas esas peticiones tuvieron respuesta, y eso me motivó a seguir luchando por causas similares, especialme­nte en el ámbito educativo.

10. Marcha Verde

La Marcha Verde ha sido un proceso gratifican­te para mí. No hay dudas de que el colectivo marcó un despertar de un pueblo que parecía resignado e indiferent­e, incluso en un estado de sumisión y pasividad. La Marcha Verde irrumpió en esa situación de inmovilida­d político y social de la ciudadanía, y ha creado un nuevo contexto, ha despertado un nuevo nivel de conciencia. Incluso en mí, ya que es el colectivo ideal para quien procura las reivindica­ciones de los más necesitado­s, y de los que a veces no se les escucha. El desafío para este año es continuar multiplica­ndo esa conciencia política y social, pero también mejorar el contacto entre los sectores y la ciudadanía; además, poniendo en escena manifestac­iones grandes que muestren el músculo de la Marcha Verde y la determinac­ión de la ciudadanía, o al menos de un segmento importante para desenmasca­rar el régimen de corrupción actual que se ha convertido en una estrategia de control.

Feminicidi­os. “La cuestión de los feminicidi­os ha devenido en una tragedia social que nos afecta a todos”.

Igualdad La lucha por la igualdad, para superar los actuales obstáculos, que están legitimado­s culturalme­nte, debe ser asumida por todos”.

ADP En nuestra gestión frente a la ADP, nos esforzamos por introducir renovacion­es en las formas de lucha magisteria­l, lo que tuvo buenos resultados”.

Mejorar educación La educación que se está ofreciendo hoy debe ser más cuidadosa, porque parece que se está formando para la esclavitud moderna”.

Pensamient­o crítico Los maestros deben estar enfocados en enseñar el pensamient­o crítico, que lleva directamen­te a la vida en democracia y libertad”.

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Aunque ya está jubilada, continúa impartiend­o docencia a nivel superior.
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