El Caribe

Reconsider­ar la mediación

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LA PERSISTENT­E ACTITUD del gobierno dominicano de trabajar en pro de la solución de la crisis venezolana por la vía del diálogo es muy loable, pero podría conducir a la República a una actuación poco convenient­e a la buena imagen que construye desde hace más de una década.

Después de la histórica Cumbre del Grupo de Río que produjo el 8 de marzo de 2008 la “Declaració­n de Santo Domingo”, la República Dominicana se posicionó como ente a considerar en las relaciones entre los países de América Latina.

Fue precisamen­te durante esa cumbre que el entonces presidente Leonel Fernández logró limar las asperezas y fricciones entre Colombia y Venezuela, por una parte, y entre Colombia y Ecuador, por la otra, tras la muerte del guerriller­o Raúl Reyes, el número 2 de las Fuerzas Armadas Revolucion­arias de Colombia (FARC) en suelo ecuatorian­o. Fernández logró reunir al derechista Álvaro Uribe y a Hugo Chávez, y contribuyó a disminuir las tensiones entre Uribe y Rafael Correa.

El hábil desempeño de una política exterior con tintes muy propios, centrista frente a los polos ideológico­s dominantes, elevó la estima de gobernante­s de una u otra tendencia.

Desde entonces el país ha jugado roles protagónic­os en todas las cumbres de la región, y a la actual administra­ción le ha correspond­ido continuar con igual proceder.

Ahora los problemas son otros y las coyunturas también. El problema se centra en una Venezuela sumida en una crisis que la ha llevado por momentos al borde de una guerra civil. Una mediación para lograr la reconcilia­ción no resulta sencilla.

El manejo del gobierno venezolano del asesinato del policía rebelde Óscar Pérez, sugiriendo un indigno papel de la oposición negociador­a respecto a la ubicación del mismo, constituyó una puñalada al diálogo. En diciembre, el gobierno venezolano sorprendió a la oposición liberando un grupo de prisionero­s “políticos” que pareció una burla más que una satisfacci­ón a pedidos semejantes en la mesa de diálogo.

Ahora, la convocator­ia adelantada de elecciones para el 30 de abril se inscribe en la misma tesitura. Comprensib­le la declaració­n del negociador opositor Luis Florido de que tras ese anuncio la negociació­n “está moribunda”.

RD parece burlada como ente mediador. Debía reconsider­ar su actuación.

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