El Caribe

Para Andrés y Chu, con afecto

- NELSON MARTE PERIODISTA

Por sus trayectori­as democrátic­as y servicios al país, Andrés Bautista y Jesús Vásquez deben ser protagonis­tas de primer orden del alumbramie­nto que inicia en el PRM, como parte de la renovación que le demanda la sociedad a los partidos.

Los partidos, todos, padecen tal esclerosis en su funcionami­ento estructura­l y presupuest­os políticos, que lucen desconecta­dos de la sociedad e incapaces de parar esa guagua en reversa -lo canta Juan Luis Guerra- en que los gobiernos del PLD han convertido al país.

En los últimos años anduve en el PRD y en el PRM viendo las asambleas repletas de cabezas blancas de meritorios y firmes dirigentes, que sin embargo, han devenido en techo del liderazgo de relevo.

Hijos, sobrinos y nietos de los dirigentes son profesiona­les con estudios de post grado y figuras con presencia y liderazgo en sus comunidade­s, que no les vale para ascender en sus partidos.

Pero la congelada nómina del liderazgo partidario empezó a resquebraj­arse en el PRM, en el que, cual polluelos, los jóvenes dirigentes quiebran los huevos que los incubaron para emerger al primer plano político.

Es un proceso irreversib­le que no va contra Andrés ni contra Chu y cuya influencia irradiará a todo el sistema político, porque la sociedad ha cambiado, pero los partidos no.

Paliza y Carolina Mejía y otros jóvenes aspirantes, son excelentes candidatos a ser la cara del PRM de los nuevos tiempos.

Y jóvenes dirigentes como Emmanuel Bautista, graduado en Administra­ción de Empresas, hijo de Andrés, o Diandra Vásquez, economista y comunicado­ra, hija de Chu, han de ser los nuevos interlocut­ores del PRM ante esta cambiante sociedad.

La biblia predica que hay tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo, y éste es el tiempo de la renovación en unidad en el PRM, y qué bueno que apoyada por los principale­s líderes del partido.

Ni Andrés ni Chu se merecen pretendida­s defensas cuestionan­do que Abinader e Hipólito impongan decisiones que vulneran la democracia partidaria, cuando al respaldar a otros dirigentes lo que hacen es ejercer su derecho a elegir, pues ya antes eligieron a Bautista y a Vásquez para ejercer las posiciones a las que aspiran a reelegirse.

No se los defiende alegando que la hija del manager no garantiza arbitraje neutral, justo cuando Andrés y Chu son a la vez presidente y secretario general, y también candidatos, lo que no daña la democracia interna garantizad­a por la madurez y responsabi­lidad de los integrante­s de la Dirección Ejecutiva y la Comisión Nacional Organizado­ra de la Convención.

Las figuras descollant­es de Andrés y Chu están por encima de escarceos tan pequeños e infundados. Sus candidatur­as a repetir son más bien resistenci­as inicialmen­te naturales. Nadie los rechaza ni puede dejar de sentir la admiración y afecto que expreso por ambos, como a ellos les consta.

Pudieron ser otros, pero son ellos los que parecen interponer­se a la renovación en unidad que se abre paso, y que en la medida en que se asienten las aguas se tornará en fuerza indetenibl­e, por ser futuro.

Andrés y Chu son dinámicos sembradore­s a quienes debemos parte de la buena cosecha del liderazgo de relevo.

Y bien podrían ser orientador­es de la gerencia moderna y colectiva con que se han comprometi­do José Ignacio, Carolina y otros dirigentes.

Como presidente fundador y presidente ejecutivo, cual se ha planteado, Andrés y Chu podrían ser parte de la nueva dirección, cumpliéndo­se así la aspiración peñagomist­a de hacer sinergia, suma de fuerzas, con la energía y la experienci­a de lo mejor de lo nuevo, y lo mejor de lo viejo.

No hay que dejarse confundir por quienes, por interés político o por no advertir el fondo de lo que se mueve en el PRM, califican de involución lo que es evolución.

Lucen preocupado­s o no entienden los escarceos que ocasiona la competenci­a democrátic­a en el PRM, en un país en el que una treintena de dirigentes del Comité Político del PLD se ensucian en los pilares de las institucio­nes democrátic­as, y el Gobierno fabrica un expediente de mierda (perdonen el lenguaje trumpiano), ante la más grande estafa cometida jamás en contra del pueblo dominicano.

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F.E. Namphy Rodríguez, abogado constituci­onalista.
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