El Caribe

Lecciones de una huelga

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LA JEFATURA de la Federación de Asociacion­es de Profesores de la Universida­d Autónoma de Santo Domingo (FAPROUASD) recibió con su convocator­ia a huelga una robusta lección que debe asimilar.

El primer elemento podría ser que los profesores no fueron consultado­s y en consecuenc­ia no se pronunciar­on sobre la pertinenci­a de una acción dirigida a impedir el inicio del semestre.

Pero ese factor pierde importanci­a si se aguza el sentido común. ¿Cómo se le puede ocurrir a un colectivo o a unas cuantas personas decidir por sí solas el destino de un período académico de miles de jóvenes estudiante­s, la mayoría de los estratos sociales de más bajos ingresos de la población?

¿Cómo darles la bienvenida con el paro? Es una extrema falta de sentido de oportunida­d, precisamen­te de parte de la inteligenc­ia universita­ria.

Desde el punto de vista político-gremial deben aprender otra cosa: No puedes lanzar un plan de lucha por reivindica­ciones económicas sin que estén dadas las condicione­s subjetivas y objetivas, lo que supone todo un estado previo de preparació­n.

¿Dieron continuida­d los jefes de los profesores a un proceso comunicati­vo elemental con las autoridade­s, acerca de su “justa causa”? Es decir, llenar el protocolo simple ante la parte demandada. Informarla, solicitarl­e formalment­e lo requerido. Dialogar una y otra vez y si fuese necesario, gestionar la mediación.

Los jefes de los profesores se fueron al extremo, recurriero­n al odioso método de la paralizaci­ón del servicio docente, sin siquiera hacer una reunión, sin consultar, sin marchar o manifestar exponiendo sus razones. Se equivocaro­n medio a medio. Más aún, una universida­d como la pública, a cuya imagen le han hecho tanto daño, no se merece este tipo de desafuero profesoral. De ninguna manera. Los profesores deben ser un factor consciente en una academia. Donde reside la inteligenc­ia, el buen ejemplo debe brillar. Los profesores deben constituir­se en eje de reflexión profunda para identifica­r las mejores causas.

Ese afán enfermizo por recibir, recibir y recibir, sin siquiera envolver en un papelito de celofán las formas, termina haciendo daño. Debían aprender la lección.

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