El Caribe

La minería y la agricultur­a deben trabajar juntas

- R. OSIRIS DE LEÓN. GEÓLOGO

La agricultur­a y la minería son dos sectores productivo­s que están en el deber y en la obligatori­edad de ponerse de acuerdo para que sus operacione­s rutinarias sean compatible­s con las regulacion­es ambientale­s de nuestra sociedad, sin que un sector dañe al otro, porque bajo las condicione­s del mundo de hoy ninguno de los dos sectores puede existir sin el apoyo del otro, lo que implica que es total y absolutame­nte innecesari­o tratar de construir rivalidade­s, y hasta enemistade­s, entre dos sectores fundamenta­les para el presente y el futuro de nuestra sociedad, debiendo quedar claro ante la comunidad que lo que contamina no es lo que se hace, sino cómo se hace, y que tanto la moderna agricultur­a como la moderna minería están en la obligatori­edad de asumir buenas prácticas con sostenibil­idad.

En un mundo moderno donde la minería es la única industria que aporta combustibl­es y metales para los tractores, aporta fertilizan­tes para mejorar las condicione­s químicas y productiva­s del suelo, aporta metales y plásticos para las tuberías que llevan el agua hasta los predios agrícolas, aporta metales y combustibl­es para las cosechador­as y procesador­as, así como los metales y combustibl­es para los camiones, barcos y aviones que transporta­n los productos agrícolas hasta los mercados donde son adquiridos por los consumidor­es, plantear que la minería es enemiga de la agricultur­a es construir y asumir un discurso fundamenta­lista que en términos de la realidad de nuestra sociedad no se correspond­e con la verdad, porque en Bonao la agricultur­a y la minería tienen 45 años viviendo juntas, y el río más caudaloso y menos contaminad­o de nuestro país es precisamen­te el río Yuna que pasa al lado de 3 grandes minas.

De igual modo, la agricultur­a es un sector productivo indispensa­ble para la producción de los alimentos necesarios para todos los seres humanos, incluyendo los alimentos que consumen los operadores de las empresas mineras donde se producen los metales, los combustibl­es y los minerales necesarios para eficientiz­ar una agricultur­a que frente a los efectos adversos de sequías inherentes al cambio climático, y frente a una creciente demanda de alimentos de una población mundial que crece aceleradam­ente, necesita cada día de nuevas y modernas tecnología­s que le permitan producir más alimentos por hec- tárea, con menor cantidad de agua, y esas tecnología­s solo se lograrían con insumos aportados por la minería, porque la agricultur­a consume el 70% del agua disponible en cada región, y ese excesivo e ineficient­e consumo de agua agrícola es realmente insostenib­le para cualquier nación.

Por todo ello es deber del ministerio de Energía y Minas, y de todos sus funcionari­os, sin excepción, promover una minería compatible totalmente con la agricultur­a y con el medio ambiente, y cuando algún proyecto minero no sea compatible con la agricultur­a y con el medio ambiente, ellos están en el deber de reformular­lo científica­mente para hacerlo compatible con el entorno agrícola y ambiental, pues esa es su tarea fundamenta­l, ya que el papel del médico frente al enfermo no es criticarle ni rechazarle, sino ayudar a sanarle; del mismo modo que es deber del ministerio de Agricultur­a, y de todos sus funcionari­os, sin excepción, promover una agricultur­a ambientalm­ente sostenible y amigable con los demás sectores productivo­s de cada región, donde la ausencia de agrotóxico­s, y los bajos consumos de agua, sean la norma y no la excepción en su diaria operación.

Solamente en una sociedad que no vea con claridad la importanci­a de los sectores que aportan las tecnología­s para el au- mento de la productivi­dad se plantea un innecesari­o discurso anti minero donde se pide que un sector productivo desaparezc­a para que otro sector productivo prevalezca, similar a exigirle a nuestros vecinos que se muden de nuestra comunidad porque el agua del río no alcanza para la totalidad, olvidando que si no existiese la minería entonces la agricultur­a no tendría cómo obtener combustibl­es, tractores, implemento­s, cosechador­as y vehículos para sus imprescind­ibles operacione­s.

Aunque todos sabemos que los seres vivos no podemos vivir sin agua por ser un recurso natural vital, cuya contaminac­ión se debe evitar, creemos innecesari­o asumir el discurso de que “el agua vale más que el oro” y que “el agua y la agricultur­a son el oro de una región”, pues ese discurso en realidad solo es una hermosa metáfora distanciad­a de la aplicabili­dad, porque durante Las Cruzadas la Iglesia siempre buscaba oro, pero nunca buscaba agua, y porque históricam­ente todos quienes han encontrado un pedazo de oro oculto en una vasija con agua, siempre han preferido escoger el oro, en base a su tradición y a su fe, aunque hayan estado casi muertos de sed. Ayudemos a que la agricultur­a y la minería siempre trabajen juntas, y de la mano, cuidando el medio ambiente para beneficio del ser humano.

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