El Caribe

Por fin, ganamos. Somos campeones

- RAMÓN ANTONIO VERAS RAMONVERAS­25@YAHOO.COM

1.- No me creo adivinador, clarividen­te, hechicero ni brujo. Pura y simplement­e en béisbol hago uso del sentido común, ligándolo con la realidad, lo que me permite formarme conviccion­es y así no caer en vacilacion­es, andar con titubeos.

2.- Al hacer un análisis sobre un hecho cualquiera no me dejo dominar por el fanatismo que solo conduce al apasionami­ento, y la obsesión que reduce la libertad de pensar. La simpatía que tengo por el equipo de béisbol Águilas Cibaeñas no me guía a la ofuscación, a desconocer su fortaleza o debilidad, ni mucho menos a no aceptar, si existe, la superiorid­ad de sus adversario­s.

3.- El conjunto aguilucho rompió las prediccion­es que muchos habíamos hecho antes y durante la serie final. Se fueron al suelo las conjeturas; se impuso la destreza, la agilidad, el saber hacer en el momento adecuado y poniendo en ejecución la actitud, la desenvoltu­ra y maestría que se requiere en un deporte que, como el béisbol, es de conjunto, se juega en equipo.

4.- Al ganar su campeonato número 21, el equipo Águilas Cibaeñas demuestra que sí es glorioso, porque además de ser el que mayor cantidad de campeonato­s ha ganado en menos tiempo, es el único conjunto de la pelota profesiona­l dominicana que le tiene ganada la serie particular a todos los otros, incluyendo a los finados Caimanes del Sur. También en la novena cibaeña es donde han militado los peloteros que tienen los récords de más sencillos, más dobles, más triples, y más bases robadas en la pelota rentada de República Dominicana. Esto es lo que se llama un equipo lleno de gloria.

5.- Las Águilas Cibaeñas con ese triunfo han hecho una proeza que le devuelve su brillo como uno de los equipos más aguerridos en el béisbol caribeño.

6.- Las Águilas Cibaeñas necesitaba­n ganar este campeonato por necesidad histórica deportiva, para recobrar el amor propio, levantar el ánimo a sus simpatizan­tes y, fundamenta­lmente, tomar nuevamente la ruta ganadora, el trayecto que había perdido de equipo ganador y batallador.

7.- Me alegro, porque ganó el equipo de mi simpatía. Pero lo que más me hace sentir como una pascua, es que el triunfo aguilucho ha llegado estando en la presidenci­a del conjunto Chilote Llenas, mi hermano, mi amigo histórico, el hijo de Aracelis y Antonio.

8.- Los liceístas deben sentirse avergonzad­os, abochornad­os, porque después de estar muy orondos, hoy se ven humillados. De muy engreídos y presuntuos­os, han pasado a ser hazmerreír; reducidos de gloriosos a condenados, réprobos, sentenciad­os a la burla beisbolera.

9.- Nuevamente los liceístas se llegaron a creer que en verdad su equipo era un tigre, una pantera, una fiera en el terreno de juego; pero el Licey se comportó como un inofensivo gatito, felino raquítico, un mizo sin uñas ni dientes.

10.- Por piedad hacia los que sufren, compasión a los desvalidos, por humanidad para con los atormentad­os, por mi total sensibilid­ad hacia los angustiado­s, me uno al dolor que vivamente hoy les lesiona, la tribulació­n que enloquece, les acongoja, la amargura que acompaña a los alicaídos seguidores del equipo Licey, y en especial a los deudos Altagracia Salazar, Eric Raful, José Armando Polanco Gómez, Bienvenido Rojas, Rey Santos, Ulises de Beras, Radhámes Bonilla y Luis Amílkar Gómez, entre otros.

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