El Caribe

¡A formar delincuent­es!

- PEDRO DOMÍNGUEZ pdominguez@dominguezb­rito.com

Hace días, alarmado, escribí que algunas de las canciones que escucha nuestra juventud carecen de calidad y, lo peor, contienen letras obscenas que denigran la dignidad humana. Me preguntaba por qué no se prohibían esos temas y por qué permitíamo­s que nuestros hijos prestaran atención a expresione­s que promovían lo negativo y la violencia.

Porque se relaciona con la preocupaci­ón externada al principio, hoy publi- co un interesant­e decálogo “para formar delincuent­es”, escrito por Emilio Calatayud, juez de menores de Granada, España. Lo que leeremos a continuaci­ón fue incluido en el libro del magistrado titulado “Reflexione­s de un juez de menores”. Atención padres y madres.

1.- Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.

2.- No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.

3.- Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas.

4.- No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilid­ad.

5.- Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes. Así se acostumbra­rá a cargar la responsabi­lidad sobre los demás.

6.- Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esteriliza­dos, pero no de que su mente se llene de basura.

7.- Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño. Así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por su propia conducta, quede destrozada para siempre.

8.- Dele todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar.

9.- Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidade­s y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían frustrarlo.

10.- Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y de que de verdad quieren fastidiarl­o, y cuando su hijo sea ya un delincuent­e, proclame que nunca pudo hacer nada por él.

Estas afirmacion­es, producto de una mente experiment­ada, parecen dirigidas a familias con ciertas comodidade­s, por- El mejor antídoto para este decálogo es contar con padres y madres que sean ejemplo de honestidad y de trabajo para sus hijos, en un ambiente donde se respire amor y motivación para crecer y avanzar en la vida”.

que entre los pobres el asunto es más simple: los delincuent­es se forman por la falta de educación y de oportunida­des para ser útiles en la sociedad. El problema es de fondo.

De todas maneras, el mejor antídoto para este decálogo es contar con padres y madres que sean ejemplo de honestidad y de trabajo para sus hijos, en un ambiente donde se respire amor y motivación para crecer y avanzar en la vida.

El autor es abogado.

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