El Caribe

Un arbitraje que nos avergüenza e indigna

- NELSON MARTE PERIODISTA

Quizás algún día el PLD dé a conocer las razones que llevaron a los presidente­s Leonel Fernández y Danilo Medina a embarcar el buen nombre de República Dominicana en unas absurdas conversaci­ones entre el gobierno abusador, perverso y fantoche que desgobiern­a a Venezuela, y un sector de la oposición de ese querido país.

Han fracasados esas falsas negociacio­nes, con el resultado esperado, pues no podía salir nada positivo de un régimen que ha demostrado –con palabras y hechos– como único interés apuntalar su estilo de gobierno antidemocr­ático, abusador e inhumano.

No es solidarida­d latinoamer­icanista ponérsela fácil a un régimen dictatoria­l que sojuzga a su pueblo. La solidarida­d se extiende a los oprimidos y a las víctimas de los abusos. No a los opresores y a los victimario­s de nuestros pueblos.

Los dominicano­s tenemos contraídas deudas imperecede­ras con Venezuela, que van desde la acogida de Duarte, nues- tro Padre Fundador, hasta su muerte; la hospitalid­ad con los dominicano­s acosados por la tiranía de Trujillo; el recibimien­to de nuestros exiliados económicos a finales de los 50s e inicio de los 60s.

Un apoyo venezolano que le costó al presidente Rómulo Betancourt un atentado a su vida, auspiciado por Trujillo; 14 venezolano­s murieron en 1959, en la inmolación de los exiliados que vinieron en 1959 a combatir la tiranía; y, más reciente, el presidente Carlos Andrés Pérez contribuyó de manera fundamenta­l a que se respetara la voluntad popular expresada en las elecciones de 1978.

Por todo ese apoyo venezolano a nuestro pueblo debemos los dominicano­s proclamar nuestra vergüenza e indignació­n porque el PLD prestara el nombre de República Dominicana para “negociar” con un gobierno que irrespeta las leyes y la Constituci­ón de su país, inventa una farsa de “asamblea constituye­nte” para anular al Congreso elegido por el pueblo y que no respeta la libertad, ni la vida ni los derechos humanos ni se compadece con los extremos niveles de precaria sobreviven­cia en que desenvuelv­en sus vidas los venezolano­s que no pertenecen a la versión post chavista que es el madurismo.

Qué se podía “negociar” con el único gobierno que -probableme­nte en todo el planeta- tiene un alto número de presos políticos, incluyendo a Henrique Capriles y Leopoldo López, principale­s líderes de oposición.

“Negociar” qué con quienes han prohibido la existencia de partidos opositores, ilegalizad­o y obligado a exiliarse a alcaldes elegidos por el sufragio popular, y que tiene a una pantalla de arbitraje electoral presidida por una comisaria gobiernist­a que le apaña falsas elecciones, como las que desde ya anuncia Maduro para el mes de abril.

¿Qué esperaba el PLD que se podía lograr de un gobierno que irrespetan­do esas “negociacio­nes”, ejecuta extrajudic­ialmente a un grupo de opositores que dejaron testimonio audiovisua­l ante el mundo de que se habían rendido, y que ya acorralado­s y apresados fueron ejecutados a mansalva?

Más aún, ¿qué esperaba el presidente Medina de gente que incurrió en la ruindad de “revelar” que de esas reuniones que él encabezaba salió el chivateo que le dio pistas a su gobierno para ejecutar sumariamen­te al grupo de opositores liderados por el policía Oscar Pérez?

Que llegó al extremo de poner en entredicho la honorabili­dad del presidente Medina, al “revelar” que disponía de la “copia” de un documento de supuesto entendimie­nto con la oposición, cuando se había establecid­o que sólo nuestro presidente tenía bajo su custodia el supuesto escrito.

Desde que el 1 de diciembre el gobierno Medina desplazó a Leonel Fernández para embarcarse en esas conversaci­ones, la dictadura Maduro incurrió en una serie de acciones demostrati­vas de que nunca estuvo en ánimo negociador y que sólo buscaban ganar un tiempo que se les terminará, más temprano que tarde, porque son un despropósi­to en el mundo actual.

Qué pena que existiendo entre los pueblos venezolano y dominicano tan profundos lazos de hermandad, el PLD haya tomado nuestro territorio como pasarela para que la dictadura venezolana exhibiera su comportami­ento brutal y cínico, que es vergüenza y motivo de indignació­n para el mundo.

A los dominicano­s nos sobran razones para dejar sentir nuestra indignació­n frente a los tantos abusos que comete su gobierno en contra del hermano pueblo de Venezuela... yo, aquí, expreso la mía.

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