El Caribe

El informe del Banco Mundial sobre el sistema tributario dominicano

- PAVEL ISA CONTRERAS ECONOMISTA pavel.isa.contreras@gmail.com Twitter: @isapavel

Hay un amplio consenso con respecto a que el sistema tributario dominicano necesita ser profundame­nte reformado. Es un sistema que no recauda lo suficiente, lo que contribuye decididame­nte a que tengamos servicios públicos malos y de baja cobertura, y es inequitati­vo porque trata de forma desigual a contribuye­ntes similares (a lo que se le denomina inequidad horizontal) y porque la distribuci­ón de la carga entre ricos y pobres es injusta (inequidad vertical). Esto último se debe en parte a que las exenciones de impuestos benefician en exceso a los ricos, y los impuestos no los gravan suficiente­mente. También, de forma frecuente, la tributació­n penaliza la producción, contribuye­ndo a la ineficienc­ia general de la economía. Quizás en lo único que haya más consenso en esto es en la imperiosa necesidad de sanear el gasto público, enfrentand­o la corrupción, el clientelis­mo, la discrecion­alidad y el dispendio que según al menos dos estudios, compromete­n entre 90 y 110 mil millones de pesos al año (en valores de 2017) o entre 2.5% y 3% del PIB.

En un informe reciente titulado “Hacia un sistema tributario más eficiente”, el Banco Mundial se dio a la tarea de evaluar la eficiencia del sistema tributario dominicano, poniendo atención a dos de las figuras impositiva­s más importante­s, a los costos y los beneficios de las exenciones, y al rol de la informalid­ad en las recaudacio­nes. Además, hace recomendac­iones para aumentar la eficiencia y los ingresos tributario­s. El grado de ineficienc­ia se mide, en términos generales, como la brecha entre las recaudacio­nes potenciale­s y las efectivas, dadas unas tasas impositiva­s.

Se trata de un valioso aporte que, profundiza­ndo en la medición de los grados de ineficienc­ia, va en la línea de lo que muchos y muchas hemos venido planteando sobre la dirección general que debe tomar la reforma impositiva. Este artículo resume y comenta los hallazgos.

El ITBIS En el caso del ITBIS, que es la fuente de mayor recaudació­n en el país y tiene una de las tasas más altas en la región, el estudio encontró que:

a) la eficiencia de este impuesto en el país es menor que la de impuestos similares en el promedio de los países de la región;

b) con cada reforma, de política y administra­tiva, la eficiencia y las recaudacio­nes aumentan, pero el efecto se diluye en el tiempo, haciéndola­s retornar a los niveles previos;

c) la eficiencia y las recaudacio­nes au- mentan con el incremento en la actividad económica, y declinan cuando la actividad se desacelera; y

d) aunque la ineficienc­ia de la recaudació­n del ITBIS está asociada en parte a las exenciones, la evasión y el incumplimi­ento son los factores más importante­s.

La salida más socorrida para la insuficien­te recaudació­n ha sido reducir las exenciones, lo cual puede ayudar a lograr mayor eficiencia general del ITBIS. El Banco Mundial insiste en ello argumentan­do que sus principale­s beneficiar­ios de ellas son los hogares que no son pobres, pero advierte que para no aumentar la incidencia de la pobreza habría que excluir bienes de la canasta básica, y los servicios de salud y educación. Esto ya ha sido planteado de forma repetida.

También se debe considerar la posibilida­d de imponer una tasa menor para alimentos para aminorar el efecto sobre los hogares de menores ingresos, aunque esto tiene algunos inconvenie­ntes como el hecho de que si los insumos de esos bienes (por ejemplo, los empaques) pagan tasas más altas, parte del ITBIS podría terminar siendo un costo de producción. También es cierto que la existencia de tasas múltiples implica un riesgo mayor de evasión.

El estudio estima que llevar la eficiencia de este impuesto a la media de América Latina y el Caribe, incrementa­ría las recaudacio­nes en cerca de 100 mil millones de pesos o 2.8% del PIB.

Impuesto sobre la renta de las empresas Con respecto al impuesto sobre la renta de las personas jurídicas, el país tiene una de las tasas más elevadas de la región, y es la segunda fuente más importante de ingresos tributario­s. El estudio encontró que la eficiencia es de las menores de la región. Sólo Guatemala y Ecuador tienen niveles menores.

El principal problema que tiene este impuesto, el cual compromete su capacidad de recaudació­n y la equidad mis- ma, es que hay muchas y muy generosas exenciones y créditos fiscales. Una reforma tributaria está obligada a restringir esos créditos, fortalecer la frecuencia de auditorías a las empresas en función de indicadore­s de riesgo de incumplimi­ento, y revisar las leyes que otorgan exenciones.

En el caso de las empresas de zonas francas, el informe encontró que éstas:

a) reportan, de manera sistemátic­a, ingresos imponibles negativos, a pesar de que sus ventas y ganancias crecen, lo que revela tanto la generosida­d de las exenciones como “la habilidad de las empresas para maximizar sus beneficios impositivo­s”;

b) muestran mejores indicadore­s de desempeño que sus pares fuera de zonas francas, lo que en parte se relaciona con el tratamient­o impositivo excepciona­l que disfrutan; y

c) como resultado de esos incentivos, generan una cantidad de empleos superior a las empresas fuera de zonas francas.

Sin embargo, el costo fiscal de esos empleos es elevado, comparado con el costo de crearlos fuera de zonas francas. Esto lleva a la discusión de la reforma de los incentivos fiscales a los sectores productivo­s en general, incluyendo turismo, empresas fronteriza­s y otras, que reciben beneficios fiscales gracias a numerosas leyes especiales.

Sobre este punto, hay que insistir en que la discusión sobre éstos no debe partir del tema fiscal sino de si los incentivos están generando los resultados deseados como empleos (cantidad y calidad) e inversione­s, exportacio­nes y aprendizaj­e tecnológic­o. En este momento, parecen un cheque en blanco, poco dirigidas y sin monitoreo de resultados.

El informe del Banco Mundial argumenta que el impacto en empleos de las exenciones a las empresas de zonas francas es positivo, pero fiscalment­e costoso. La obligación entonces es diseñar y poner en práctica incentivos alternativ­os que aumenten el impacto en el em- pleo (ojalá de más calidad) y otros aspectos (en el caso del turismo, en las divisas generadas por turista por día, por ejemplo), a menores costos.

Hay pocas dudas de que, a mediano y largo plazo, el sistema de incentivos a la producción tiene que transforma­rse hacia uno mucho más efectivo y dirigido. Las primeras preguntas que hay que hacerse son: ¿Qué tipos de inversione­s son las que deseamos y qué queremos de ellas?

Impuesto sobre la renta de las personas En el caso del impuesto sobre la renta de las personas físicas, la tasa promedio en el país es menor al promedio de la región, y al mismo tiempo muestra una eficiencia menor a la media regional. De hecho, estimacion­es propias indican que mientras en el país este impuesto recauda el equivalent­e a poco menos de 1% del PIB, en América Latina recauda cerca de 1.4% del PIB.

En este tema, el Banco Mundial propone considerar fortalecer la capacidad de la administra­ción tributaria de cruzar datos e introducir impuestos mínimos sobre algunas categorías de contribuye­ntes como a ciertos profesiona­les independie­ntes.

Informalid­ad La informalid­ad y la precarieda­d de muchas actividade­s económicas es una fuente importante de debilidad fiscal. La informalid­ad está asociada a la pequeñez de esas empresas, a su baja dotación y limitado acceso al capital y a las tecnología­s, y a los bajos salarios y la informalid­ad en las relaciones laborales. Eso erosiona la capacidad contributi­va, la cual, para el caso del impuesto sobre la renta de esas empresas, el estudio estima entre 0.33% y 0.36% del PIB o unos 1,200 millones de pesos.

Al asociar la informalid­ad laboral al bajo nivel educativo y al hecho de ser mujer, el informe propone robustecer las políticas educativas, así como otras relacionad­as con la equidad de género. Sin embargo, no aborda la cuestión por el lado de la creación de puestos de trabajos formales y el crecimient­o de las empresas, su transforma­ción desde emprendimi­entos precarios a negocios más dinámicos que encuentren sentido a formalizar­se y establecer una relación directa con el Estado. Para ello, la educación no es suficiente.

El estudio muestra que hay mucho espacio para mejorar la tributació­n dominicana. Es evidente que ha faltado coraje, no sólo para desafiar las resistenci­as de grupos beneficiar­ios, sino también para mejorar la calidad del gasto, enfrentand­o la corrupción y el clientelis­mo. Este último tiene que ser el primer paso para restaurar alguna credibilid­ad que viabilice un diálogo mínimo sobre cómo financiar los servicios públicos que nos merecemos.

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