El Caribe

Palabras de amor

- PEDRO DOMÍNGUEZ pdominguez@dominguezb­rito.com

El amor anhela la perfección de lo amado, pero sin coaccionar, porque aborrece las cadenas y las imposicion­es. Entre sus caracterís­ticas está la libertad basada en la considerac­ión a la persona amada. Quien ama, se preocupa y ocupa por el desarrollo del ser amado.

El amor evoluciona, no es estático, no toma asiento, madura paso a paso y solo esa transforma­ción positiva le inyecta vida y esplendor. El amor descansa en un agradable rincón, pero para continuar con más bríos su camino; jamás se posa, no se petrifica, no es piedra ni estatua.

La ausencia de metas comunes en la pareja, en la familia o en la amistad, suele destruir al amor. En ocasiones sucede de forma impercepti­ble, pero inmiserico­rde.

Todo amor motiva, provoca ganas de avanzar y de hacer, anima, nos fortalece para enfrentar las adversidad­es y nos nutre de suficiente ecuanimida­d para asimilar los éxitos. Escribió Antoine de Saint-Exúpery que “amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección”.

No hay amor sin discrepanc­ias, porque el ser amado es diferente y, en consecuenc­ia, la armonía de vez en cuando se quiebra, pero los tropiezos se convierten en experienci­as que robustecen al amor. Las experienci­as se acumulan y se convierten en sanos aprendizaj­es que perfeccion­an la relación. Los problemas se ¡Viva el amor! ¡Amor, palabra mágica! ¡Dichosos los que se aman y están dispuestos a mantenerse juntos hasta la muerte, apoyándose, protegiénd­ose y agradecien­do a Dios por la felicidad que nace del amor!

vencen por medio del diálogo y si conversand­o no se superan, el amor sabrá convivir con las dificultad­es.

El amor requiere de paciencia y delicadeza; la rapidez y las asperezas lo corrompen. Nadie ama lo desconocid­o y solo el tiempo, que incluso puede ser corto, enseña las virtudes y las debilidade­s de quien ha de acompañarn­os hasta el final de nuestros días o de quienes forman parte de nuestro entorno. La admiración mutua juega un papel es- telar, pues no es sencillo amar lo que no se admira.

Todo amor requiere capacidad de comprensió­n, así respira y crece. El egoísmo es incompatib­le con el amor. La sinceridad y el respeto mutuo son de sus elementos vitales. Quien ofende no ama. Tampoco ama quien denigra y maltrata a quienes rodean al ser que dicen amar.

En una relación, el que ama valora el amor que entrega y el amor que recibe. Es de doble vía. El amor completo es recíproco. Eso sí, no podemos negar que hay amores sinceros que no necesitan nada a cambio para alimentars­e, como lo es el amor a un hijo o a una madre.

¡Viva el amor! ¡Amor, palabra mágica! ¡Dichosos los que se aman y están dispuestos a mantenerse juntos hasta la muerte, apoyándose, protegiénd­ose y agradecien­do a Dios por la felicidad que nace del amor!

El autor es abogado.

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