El Caribe

Desconecta­dos del mundo

- MARISOL VICENS BELLO mvicens@hrafdom.com.do

Cuando se observa lo que está ocurriendo en otros países del mundo en relación con algunos temas y las tendencias que se han creado, obligatori­amente hacemos comparacio­nes con lo que está acontecien­do en nuestro país.

Uno de esos temas es el rechazo cada vez más firme al acoso sexual y a todas las manifestac­iones de irrespeto a la mujer, que han generado una explosión de denuncias de casos de agresiones sexuales promovidas en las redes sociales a través de la etiqueta “Me Too”.

Este movimiento está sacando a la luz situacione­s en las que, el abuso de algunos hombres de sus posiciones, convirtier­on en víctimas a muchas mujeres y adolescent­es, hasta el extremo de que aun en los casos en que hubo denuncias de esos hechos el poderío de sus abusadores impidió el debido curso de las mismas; independie­ntemente de las consecuenc­ias extremas a las que está llevando en algunos casos.

Mientras esto sucede en el mundo en nuestro país seguimos padeciendo los feminicidi­os cuya tasa sigue siendo alarmantem­ente alta a pesar de los esfuerzos por reducirla, con casos cada vez más atroces que generan preocupaci­ón en el acto, pero no una verdadera reflexión sobre este grave problema y sus causas.

En adición, el tema de igualdad de género en nuestro país para muchos no es más que una pose, una hueca adaptación del lenguaje desprovist­a de conciencia. Por eso aquí no estamos debatiendo sobre el acoso sexual, el abuso contra mujeres inferiores jerárquica­s y generalmen­te con muchos años menos que sus superiores, la explotació­n de la condición de mujer para convertirl­a en un instrument­o de escalamien­to social y la paternidad irresponsa­ble que se ha encargado de poblar la geografía nacional de hijos que se crían únicamente gracias al sustento de sus madres.

Por el contrario, no solo que no se ha provocado una sacudida que saque a flote los abusos y agresiones, algunos de los cuales son objeto de comentario­s, sino que no hay siquiera una sanción moral en los pocos casos que se publican de funcionari­os sometidos a la justicia por falta de manutenció­n a hijos tenidos en relaciones extramarit­ales y asimétrica­s o de otros que conviven incluso con menores de edad.

Mientras para los hombres colecciona­r mujeres y conseguirl­as cada vez más jóvenes es objeto de aberrante admiración en nuestra cultura machista, algunos pretenden demeritar mujeres con las que se tienen diferencia­s utilizando como arma las supuestas relaciones de esta, o la ausencia o estado de las mismas.

Otro tema en el que parecemos estar desconecta­dos del mundo es en la lucha contra la corrupción. Solo refiriéndo­nos al caso ODEBRECHT existe un gran contraste entre el manejo del mismo en los demás países involucrad­os en la trama, que exhiben avances notables, y la lentitud y hasta ahora muy cuestionab­les resultados del acuerdo suscrito por nuestra Procuradur­ía con dicha empresa. Se está demostrand­o que mantener esta empresa como contratist­a de la mayor obra del país, no ha permitido que marchen bien ni el contrato ni el caso judicial, y es que bailando juntos por un lado, es difícil que se les pueda extraer consecuenc­ias por el otro.

Igualmente lucimos desconecta­dos en la posición frente al régimen de Maduro, que cada día da un paso más para despojar a los venezolano­s de derechos y mantenerse en el poder a como dé lugar, ejerciendo una dictadura que ha sumido ese otrora rico país en la mayor pobreza.

Al parecer mientras fuera de aquí los abusadores sexuales, los corruptos y los déspotas generan rechazo, sanciones y no son gratos, en nuestro país sucede lo contrario.

La autora es abogada.

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