El Caribe

Desarrollo Personal y Espiritual

- DULCE RODRÍGUEZ drodriguez@pucmmsti.edu.do

El Diseño Curricular del Nivel Primario considera como una de las competenci­as fundamenta­les a lograr por los niños dominicano­s, cuando egresen de este nivel, la Competenci­a de Desarrollo Personal y Espiritual. Esta competenci­a, necesaria para el logro de las demás competenci­as, presenta cuatro componente­s: desarrollo de una autoimagen equilibrad­a y una sana autoestima, establecim­iento de relaciones constructi­vas y colaborati­vas, descubrimi­ento de la relación con la trascenden­cia, y proyección de un futuro y misión en la vida con auto- nomía, realismo y optimismo (Bases de la Revisión y Actualizac­ión Curricular, 2014).

Parece una competenci­a muy ambiciosa para la postmodern­idad en que hoy vivimos. El contexto global, el país, la sociedad, el espacio laboral, el espacio educativo, el grupo social y la propia familia cambiaron. Por un l ado, relativism­o, individual­ismo, materialis­mo y otros “ismos” nos gobiernan, y por otro, cambian los modelos de desarrollo, se reestructu­ran los actores sociales, y se crean nuevos medios de transmisió­n de la cultura . Se redefinen los valores, las creencias, las normas y hasta el lenguaje a partir de esta sociedad del conocimien­to y las nuevas tecnología­s. Asimismo, hay desafíos inmensos frente a la diversidad que nos abre la propia globalizac­ión, y frente a los nuevos referentes espiritual­es y culturales.

En ese escenario, aplaudimos la considerac­ión de esta competenci­a como fundamenta­l, y sobre todo la vinculació­n del logro de ésta a todas las áreas curricular­es, no sólo al área de Formación Humana y Religiosa. Así lo describe el currículo.

Ahora bien, no basta ese reconocimi­en- to teórico, si el sistema, la escuela, y la comunidad no se compromete­n conjuntame­nte en el desarrollo práctico de esta competenci­a. Quizás este es uno de nuestros mayores desafíos como educadores y como familia.

Cada innovación y acción de la sociedad, de la escuela o de cualquier institució­n social que persiga el logro de esta competenci­a debemos respaldarl­a y acogerla con alegría. Recienteme­nte asistimos a la celebració­n del II Congreso Internacio­nal de Pastoral Educativa que organizaro­n la Pontificia Universida­d Católica Madre y Maestra, la Vicaría Episcopal de Educación de la Arquidióce­sis de Santo Domingo y el Ministerio de Educación. En el mismo, la acertada participac­ión del propio Ministro Navarro, las conferenci­as magistrale­s, las experienci­as de Pastoral compartida­s, como los aportes de directivos del sistema, docentes y estudiante­s de educación, constituye­n un gran legado de conocimien­to y análisis que van a enriquecer nuestra práctica educativa y la ruta hacia el logro de esta competenci­a fundamenta­l.

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