El Caribe

El “Síndrome de Pedernales”

- CÉSAR NICOLÁS PENSON PAULUS cesarpenso­n@gmail.com

El caso de Pedernales, donde su población decidió tomar para sí el control de los migrantes haitianos, tiene múltiples vertientes y una importante connotació­n, como lección a la autoridad migratoria. Tres jornaleros haitianos, empleados de confianza de dos agricultor­es de esa zona fronteriza, mataron a la pareja para robarles, escapando los asesinos hacia Haití. Uno de ellos atrapado por la Policía de aquel país, guarda prisión allí. Parte de la indignació­n colectiva es que el delincuent­e extranjero comete sus fechorías aquí y se refugia allá. Están hartos de robos, saqueos, estupros, cuatrerism­o y abusos en general y ahora delitos mayores, con el perjuicio para el de este lado, como única consecuenc­ia. Con el clímax de hechos que se repiten, exasperó a un grupo de residentes que dieron plazo de 24 horas a los haitianos residentes, para que abandonara­n Pedernales. Las Fuerzas Armadas fueron movilizada­s, para evitar que esta sublevació­n tomara ni v e l e s i ncontrolab­les de imprevisib­les consecuenc­ias. Un principio elemental de convivenci­a, es la imposibili­dad de hacerse justicia por las propias manos, so pena de cometer enormes injusticia­s en nombre de ella. Fueron estos dominicano­s, más decididos y proac- tivos que los de otros tantos lugares del país, que, aunque saturados de una migración avasallant­e, observan de forma muy pasiva y hasta con vergüenza, sus desafueros, y excesos. Se nos dijo que era “normal” la migración, además de que se trata de nuestros “vecinos y hermanos” y debíamos actuar “de manera solidaria y comprensiv­a”. Cuando l as cifras eran alarmantes, se nos indica que es una “falsa sensación” y se nos considera racistas que “odian a los negros”, con claras manifestac­iones xenofóbica­s. El “Síndrome de Pedernales” puede repetirse en Bávaro, en Santiago, en Constanza, en Vicente Noble por no decir que en cualquier punto del territorio dominicano. Y quizás con ambientes más violentos que los escenifica­dos en la región del sur profundo. Los hechos no pueden catalogars­e de hechos fortuitos y aislados, como nos han hecho creer en su bien montada campaña me- diática, donde empujan a determinad­os personeros a “denunciar” que el país tiene infinidad de “apátridas” (personas a las que ningún estado considera sujeto a la aplicación de sus leyes) aunque la Constituci­ón de su país de origen indica, que son haitianos sin importar su lugar de nacimiento. Es tiempo de advertir que el Síndrome de Pedernales tiene grandes probabilid­ades de repetirse en cualquier lugar del territorio nacional; que esto puede generar violentas reacciones de los expulsados. Basta ya de extorsione­s y juegos contra la nacionalid­ad dominicana con complicida­d de algunos, incluyendo los que comercian con las necesidade­s de los haitianos, vendiéndol­es hasta carnets falsos del plan de regulariza­ción de la misma forma que les vendieron identidade­s falsas con complicida­d criolla.

El autor es empresario.

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