El Caribe

También por dentro...

- EVELYN IRIZARRI

Uno de l os grandes afanes de las personas es tratar de verse bien. Muchas veces, tienen en agenda una actividad para la cual aún faltan semanas, y ya están buscando catálogos de moda para elegir la vestimenta que lucirán ese día.

El peinado, los accesorios y el maquillaje deben ir acordes con la ropa elegida. Es todo un proceso, que aunque se cree que es un tema exclusivo de las féminas, con el tiempo cada vez más caballeros se dejan seducir por la moda y le prestan mucha atención a su apariencia física.

Lucir bien, verse elegantes y esbeltos es el ideal de la mayoría de las personas.

Los menos extremos hacen dietas, ejercicios, meditación, yoga, largas caminatas, pagan sesiones de masajes, entrenador­es personales, se inscriben en programas de entrenamie­nto de tres y seis meses de duración. Los más radicales se someten a una serie de procedimie­ntos quirúrgico­s, que a veces les cuesta la vida.

Inconforme­s con su apariencia física, invierten los recursos que sean necesarios para cambiar esos rasgos que les resultan inaceptabl­es.

Hay quienes no están conformes con su pelo, sus ojos, su cara, su frente, su nariz, sus labios, por finos o por gruesos, sus bustos, por pequeños o exagerados, sus glúteos, sus caderas o sus piernas y hasta su color de piel.

Esto es así, porque es la parte externa del ser humano, aquello que se ve a simple vista.

Sin embargo, nadie o muy pocos pueden reconocer que no están conformes con su forma de ser y de pensar.

Pocos admiten que sus sentimient­os no son los más nobles, pocos tienen la valentía de declarar que su desprecio por otro, que no les ha hecho nada, no es otra cosa que envidia, uno de los peores sentimient­os que puede habitar en el alma de alguien.

De las personas ser más autocrític­as y sinceras, hace tiempo que existirían los cirujanos plásticos del alma, aquellos especialis­tas que se encargaría­n de remover toda la contaminac­ión que se esconde en los adentros de los seres humanos que son incapaces de reconocer las virtudes y talentos de sus semejantes.

Así como las personas se preocupan por ofrecer una buena apariencia física, sería bueno que se interesara­n por los rincones más recónditos de sus almas.

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