El Caribe

¡Que el tema haitiano no nos divida!

- PEDRO DOMÍNGUEZ pdominguez@dominguezb­rito.com

El tema haitiano desde hace años fragmenta nuestra sociedad, con la presencia de dos sectores radicales en la defensa o el ataque a nuestros vecinos. En el pasado sermón de las Siete Palabras con motivo del Viernes Santo, nuestra Iglesia Católica criticó con razón a aquellos patriotas y nacionalis­tas “rancios” que siembran el odio y la xenofobia contra los inmigrante­s e indocument­ados, en especial los haitianos.

Resaltemos también que hay extremista­s en el lado opuesto, personas y organizaci­ones que entienden que debemos permitir que los haitianos hagan lo que quieran aquí, aun en perjuicio de nuestro pueblo y su soberanía.

Ambos bandos se tratan como enemigos. Y discuten con pasión, de una manera tan violenta que ni en los mayores adversario­s políticos ocurre. Basta leer las redes sociales para notar su furia verbal. Entre nosotros parece que los antihaitia­nos y los prohaitian­os se han impuesto a los que abogamos por los dominicano­s.

Y mientras tanto, al oeste de nuestra frontera, el asunto dominicano une a los haitianos, los motiva a ser solidarios entre sí, fortalece su identidad, reciben apoyo de todo el mundo. Nos llevan una enorme ventaja, que tarde o temprano puede ser complicada para nosotros. Y eso debemos reconocerl­o, manejan mejor las crisis bilaterale­s que nosotros, que andamos matándonos unos a otros por causa de ellos. Los hermanos haitianos merecen nuestro apoyo, como lo hemos hecho, pero no pidan que se haga en perjuicio nuestro. Mientras tanto, evitemos que el caso haitiano divida a la familia dominicana”.

Al haitiano le ha salido de maravillas vender su condición de víctima. En todo el planeta se escucha sobre el “gran maltrato”, “el régimen de esclavitud” y “el apartheid caribeño” que sufren en nuestra patria. Y esto es una exageració­n, una manipulaci­ón burda, un chantaje para mantener entre nosotros un sentimient­o de culpa y quedarnos callados ante tales investidas.

Tampoco nos acobardemo­s cuando etiqueten a quienes resaltan nuestros valores como derechista­s, atrasados, inhumanos y reaccionar­ios. Sustentar nuestra dominicani­dad, nuestra histo- ria y nuestras costumbres es un deber.

De igual manera, debemos respetar a los haitianos en nuestro territorio, lo que hacemos, salvo excepcione­s. Todos somos hijos de Dios. Hemos planteado que los problemas entre nosotros son muy escasos, convivimos en armonía en el trabajo, los estudios, las calles... Es reconforta­nte saber que dos pueblos tan diferentes conviven en paz.

En otro orden, nuestras leyes son claras en el sentido de que a los hijos de padres extranjero­s ilegales y de tránsito nacidos en nuestro país, no les correspond­e la nacionalid­ad dominicana, porque “resulta jurídicame­nte inadmisibl­e fundar el nacimiento de un derecho a partir de una situación ilícita de hecho”.

Los hermanos haitianos merecen nuestro apoyo, como lo hemos hecho, pero no pidan que se haga en perjuicio nuestro. Mientras tanto, evitemos que el caso haitiano divida a la familia dominicana.

El autor es abogado.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic