El Caribe

Al pavo morado le llega su Navidad

- NELSON MARTE PERIODISTA

Hasta hace algún tiempo eran muchos quienes creían lejana la posibilida­d de que el PLD fuera desplazado del poder. Tanto así, que el tres veces presidente de la República, Leonel Fernández, se permitió augurar que al finalizar el segundo mandato del presidente Danilo Medina seguirían consecutiv­amente en el poder otros 6 gobiernos morados.

Pero aquí cabe perfectame­nte el razonamien­to de nuestros campesinos de que una cosa piensa el burro, y otra muy distinta el que lo apareja.

Leonel, como otros jefes del PLD, creyeron que podían hacer cuanto quisieran con la sociedad dominicana, que a ellos todo les quedaba bonito y que todo desbarre les sería celebrado por siempre jamás.

Creían que llegar al poder bajo la inspiració­n de “Servir al partido para servir al pueblo” y luego hacer todo lo contrario, burlarse del pueblo sirviéndos­e ellos, pasaría ante los ojos de la gente como quien ve la lluvia caer.

Y de pronto la torta se le ha cambiado al PLD. La acumulació­n de grandes escándalos de corrupción, impunes durante décadas, el colapso institucio­nal, el dilatado descalabro de servicios públicos básicos y la insalvable brecha entre el aletargado poder adquisitiv­o de la población y el alto costo de la vida, han causado estragos irreversib­les –al menos durante un buen tiempo– en la marca PLD.

A tal punto llegaron la decepción y el hartazgo de la población con el PLD, que apenas a 5 meses de la instalació­n de su último gobierno se produjeron las más grandes movilizaci­ones sociales que se recuerden, en rechazo a tanta impunidad frente a la corrupción administra­tiva, en las protestas de #MarchaVerd­e, que según midiera Gallup alcanzaron hasta el 91% de apoyo del electorado.

La cansona letanía de un partido envuelto en una rebatiña entre el presidente Danilo Medina y el expresiden­te Leonel Fernández ha sido otro factor negativo de lo que antes fue la imagen casi impoluta del PLD.

Tal es el deterioro que padece hoy la marca morada, que ni la nublazón propagandí­stica del PLD, parte fundamenta­l de la montaña del despilfarr­o de los fondos públicos, ha servido como mecanismo de control de daño.

Por eso en la encuesta Gallup-Hoy de hace unos días salió a relucir por vez primera que el partido de gobierno es la organizaci­ón política con mayor tasa de rechazo.

Preguntado­s sobre el partido político que menos les simpatiza, un 30% respondió que el PLD, siguiéndol­e su aliado PRD, con un 23%, mientras los no simpatizan­tes con el PRM se redujeron a un 10.6%.

Hoy Luis Abinader, aspirante presidenci­al del PRM, comprometi­do con la articulaci­ón de un amplio frente de fuerzas favorables a un cambio que sustituya al agotado modelo de gobierno del PLD, es la figura que convoca el mayor respaldo de la población en camino a las elecciones de 2020.

Es tal el descalabro de la imagen del PLD, que uno de sus principale­s grupos dejó hace tiempo de publicar encuestas mientras el otro sale ahora con un abultado lanzamient­o mediático, intentando enterrar en vida a sus oponentes, y olvidando su petición de dejar que los muertos entierren a sus muertos.

La gran mayoría de ciudadanos que rechaza la idea de una reforma constituci­onal para dar lugar a un intento de repostulac­ión del presidente Medina, es sólo un adelanto de que la marca PLD es un pavo al que le llegó su Navidad.

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