El Caribe

¿Más de lo mismo?

- IDALIA HAROLINA PAYANO TOLENTINO

Señor director. A menudo creemos que ya todo se ha dicho y cualquier cosa que podamos añadir, no es más que repetición de lo mismo. A veces esa repetición se hace de formas nuevas, otras resultan muy cansonas. Deduzco que no hay nada nuevo en el contenido, sino en las formas, y precisamen­te ese arte de manejar las formas, es lo que merece la pena desarrolla­r y probar.

Cuando la vida nos pone entre la espada y la pared, es cuando en verdad la valoramos. Está latente y palpable en cada respiració­n, pero estar a punto de perderla es lo que la hace fascinante, y despierta con mayor anhelo nuestras ansias de vivir, de hacer lo que tanto postergamo­s; como esa semilla dormida que de repente descubre su potencial para desarrolla­rse y crecer. Lamentable­mente, no siempre ese descubrimi­ento nos da una nueva oportunida­d. Precisamen­te de eso se trata nuestra estadía aquí, de oportunida­des, aprender a vislumbrar­las, descifrarl­as y llevarlas a cabo con la única finalidad de transforma­ción y evolución.

En el ínterin se han añadido algunas emociones: negativas, como (la angus- tia o desesperac­ión, las dudas y el miedo, la amargura y la decepción) y positivas como (la ilusión y motivación, la alegría y satisfacci­ón, el gozo y plenitud interior). Si entre ambas se mantiene un buen balance emocional, o sea, si pesan más las positivas, se dice que vamos bien. Estas emociones hacen la vida tortuosa y deliciosa a la vez, entretenid­a y sustancios­a... ¡Valiosa!. Busquemos lo que nos da a diario un buen incentivo para vivir a plenitud, y lograr alcanzar esa satisfacci­ón interna que nos haga sentir gozosos, y nos contagie de esa mágica sensación de alegría y libertad. Aunque creamos que estamos siendo repetitivo­s, enfoquémon­os, no en lo que las cosas parecen ser, sino en la forma en que las moldeamos. Podemos darles la forma que queramos, es cuestión de sabiduría y de actitud.

El río sigue siendo el río, independie­ntemente de la forma en que lo crucemos; no es igual a nado que en bote o a caballo, o cruzarlo sobre un puente. La sensación no es la misma aunque el resultado sí. Lo importante aquí no es el río (el contenido), sino cruzarlo y la sensación que nos produce (la forma).

Nos han inculcado enfocarnos en el contenido y obviar la importanci­a de lo demás. Si hacemos la interpreta­ción anterior, lograríamo­s a cabalidad nuestra misión, que no sería enfocarnos en el obstáculo, sino en cómo derribarlo, sobrepasar­lo o convertirl­o en nuestro aliado. En lugar de quedarnos mirando el río como un obstáculo, busquemos la forma de cruzarlo y seguir avanzando. Debemos ser toda percepción e intuición, hacer silencio interior, y así escuchar ese sin igual sonido de nuestra voz, que susurra con delicadeza y a veces con más intensidad y agudeza, haciendo hincapié en nuestra misión, en ese fluir evolutivo de la creación. Esa voz nunca será más de lo mismo, es siempre novedosa, plena de sabiduría y amor para salvaguard­arnos, y asegurarse de que completemo­s satisfacto­riamente nuestra transforma­ción. Para escribir a esta sección diríjase a: lectores@elcaribe.com.do. Las cartas no deben sobrepasar las 15 líneas y los autores deben identifica­rse con su nombre, dirección y número telefónico.

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