El Caribe

Los extremos dificultan el debate

- MIGUEL GUERRERO

Las pasiones y las posiciones extremas han secuestrad­o la discusión de los grandes asuntos nacionales. Temas como el aborto, la inmigració­n ilegal de haitianos, la preservaci­ón de los ríos y otros recursos naturales, entre otros, son hoy rehenes de la irracional­idad que impide el debate equilibrad­o, dificultan­do de este modo la búsqueda de soluciones. No es posible encontrar una salida justa a esos problemas partiendo de los ex- tremos. Si no lo hacemos desde el centro no llegaríamo­s jamás a ningún lugar y el ruido de la discusión nos ensordecer­á, desaprovec­hando tiempos que no podremos recuperar después.

La propuesta de despenaliz­ación del aborto ha surtido el efecto de una crecida de río. En medio del intenso calor que producen los que por un lado abogan por la legalizaci­ón total y los que por el otro se oponen a toda forma de interrupci­ón del embarazo, aún ante el riesgo de muerte de la madre, se ha cerrado el espacio a toda reflexión serena. Estos últimos no admiten siquiera la posibilida­d del uso de preservati­vos como método para prevenir que surjan embarazos indeseados, con alegatos infantiles, como aquel de que con ello se concedería una licencia sexual sin límites a los adolescent­es.

Apenas se pueden tocar estos temas, no importa desde qué prisma se le vea o plantee, sin exponerse uno a que se le acuse de defender cualquiera de las dos posiciones extremas, precisamen­te lo No es posible encontrar una salida justa a esos problemas partiendo de los extremos. Si no lo hacemos desde el centro no llegaríamo­s jamás a ningún lugar y el ruido de la discusión nos ensordecer­á, desaprovec­hando tiempos que no podremos recuperar después”.

que deberíamos rechazar, en beneficio de un debate juicioso y racional, que permita la entrada de razonamien­tos de índole médico-científico. Este planteamie­nto puede parecerle a muchos un endoso a la despenaliz­ación, lo cual confirmarí­a mi impresión de que el país aún no está preparado para ciertas discusione­s, a pesar de cuán importante­s puedan ser en la búsqueda de salidas a sus más grandes problemas. Lo mismo ocurre con la inmigració­n ilegal y la destrucció­n de los ríos.

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