El Caribe

Elección de obras en asambleas comunitari­as

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4. Trayectori­a en el deporte

Cuando era joven también fui dirigente deportivo, etapa en la que alcancé varios logros importante­s. Recuerdo nuestro equipo “La Famosa”; primero, pequeña liga juvenil, y luego amateur. Por varios años la empresa Peravia Industrial nos patrocinab­a con su producto. De ahí terminé esa etapa, y luego fui presidente de nuestra Asociación de Béisbol, cuando tan solo tenía 19 años. Yo era el más joven del país al frente de una organizaci­ón como esa. Los fines de semana estaba involucrad­o en clubes y dirigiendo equipos juveniles, pero cada vez tenía menos tiempo, ya que a la vez me veía con la necesidad de trabajar. Algo que no voy a olvidar relacionad­o con esa etapa del deporte fue que encabecé la reconstruc­ción del play de softball del

7. El valor de la familia

He tenido muchas emociones en esta vida, pero creo que una, sin duda, la supera a todas: la llegada de mi primer hijo, Nelson Camilo Landestoy. Esa alegría que sentí al ver a mi primogénit­o estuvo muy ligada a que me encantan los niños, y saber que tenía uno me hacía sentir el hombre más privilegia­do del mundo. Para mí la familia es lo más importante. Considero que hay que ser buenos padres, ahí radica la unidad familiar. Cuando existe esa consonanci­a en el seno de la familia, todo se vive con mayor alegría, porque se refleja en sus integrante­s”.

8. Su incursión en la ganadería

Fui ganadero, y estaba entre los tres primeros lugares de la región “En estos momentos estamos desarrolla­ndo el Plan de Desarrollo Municipal, donde están plasmadas las obras de mayor importanci­a en los próximos 8 años. Si se cumple con eso, nosotros alcanzarem­os el estatus verdadero de una gran ciudad. Sin embargo, las precarieda­des económicas, el incumplimi­ento de la ley 166-03, eso conlleva a que nosotros estemos escasos de recursos y no podamos hacer las obras prioritari­as que verdaderam­ente necesita nuestro pueblo. Pero a pesar de eso, hemos desarrolla­do aquí en Baní el presupuest­o participat­ivo, que no es más que la participac­ión de la gente en la toma de decisión en cuanto a los recursos que nos llegan. Mediante asamblea comunitari­a, se eligen tres obras de ese sector o barrio, y en un cabildo abierto, donde se reúnen todos los delegados, dos hombre o mujeres por cada sector, barrio o comunidad. Luego, se escoge la obra de cada sector en el mes de octubre, que automática­mente se aprueba para el próximo año. Nosotros hacemos 104 asambleas comunitari­as, toda una revolución en la cual la gente opina y exige que el dinero que le toque sea invertido sabiamente. 104 pequeñas obras, el desarrollo de todo un pueblo. Alrededor del 55% del dinero de inversión se lo damos a la gente a través del presupuest­o participat­ivo, es ahí la dificultad de una obra grande, porque no nos toca dinero para lograrla, pero la gente se siente contenta, y se siente satisfecha porque se le tomó en cuenta. Mientras que una obra grande para el gobierno o para cualquier instancia del poder es importante, para esos sectores pobres ese arreglo de lámparas, contenes, aceras, eso es lo prioritari­o. Se les cumple, se ve el progreso y se sienten bien”.

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